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¿Campaña o gestión?

Entramos en un año de enorme interés político. Por un lado, nos pone a seis meses de las elecciones, periodo ya residual del mandato 2015-2019. Por otro, las importantes inversiones pendientes de ejecutar del PDCAN y otras junto con la normativa urbanística que lleva años estancada. Ahora, el pacto con el PP en el Cabildo,  a pesar de que se ha hecho de forma chapucera para los intereses del PIL, dará la mayoría absoluta necesaria para afrontar problemas complejos que necesitan pasar por el pleno para su aprobación. Si el PIL se mantiene, que parece que sí, porque es su mejor alternativa, ya no hay excusas para no ir más allá en los temas que hasta ahora se han defendido pero no se han podido aprobar.

 

Un año y medio no es mucho tiempo. Pero se rentabilizará mucho mejor si el grupo de gobierno del Cabildo dedica estos primeros días a confraternizarse y limar asperezas. La vuelta al redil del insularista Manuel Cabrera es imprescindible para afrontar esa hoja de ruta. Es necesario negociar con el PIL, PP y CC, de la mano, y aceptar alguna exigencia que evidencie que el “hermano menor” del grupo vuelve a sonreír. Ambos se necesitan. Y todos, si quieren que el futuro de gobierno vaya más allá de junio de 2019, tienen que colaborar. El PIL, el primero. Ese es su espacio electoral, con unas gotas de populismo, otras de nacionalismo pero siempre en el espectro centro derecha. Si no se afianza ahí, su desaparición será certificada la misma noche electoral.

En este envite, si se quita a Sosa, que juega su última partida antes de su jubilación, todos necesitan que el pacto funcione. No sólo por el interés de cada uno de ellos, sino también por la futura gobernabilidad. Rotos los puentes entre la CC que lidera Pedro San Ginés y el PSOE que asesora Carlos Espino, no hay más alternativa futura que reeditar este pacto. Y para eso es necesario saber hacer y saber vender.

Además, a nivel personal, Pedro San Ginés tiene un año para dar su mejor versión electoral y demostrar que es capaz de gobernar más allá de su ego y su partido, respetando la norma y el acuerdo. En el caso de Astrid Pérez, su largo ya liderazgo del PP insular se mantiene si aprueba con nota esta experiencia y mejora los resultados electorales en 2019. Si sucede lo contrario, su dimisión será lo único que la salve de que la echen. También tiene un reto personal importante Saray Rodríguez. La política  de mayor nivel del municipio de Tías en todos estos años tiene la oportunidad de demostrar sus capacidades, consolidarse como candidata a la presidencia y ser la heredera natural de Pancho Hernández para optar a ser la primera alcaldesa de Tías en 2023. El 2019, Pancho ya se lo reservó para intentar conseguir la mayoría absoluta.

El escenario, a pesar de las incertidumbres y el cortoplacismo, debe ser ilusionante para los 12 consejeros. Todos tienen propósitos definidos, alcanzables y con la financiación adecuada disponible. Sólo sus propias inestabilidades harán que conviertan en un fracaso lo que posiblemente sea la mejor oportunidad de todos ellos. Quizás la última si fracasan.

Y el fracaso será doble. Doble por lo que hagan y por lo que están permitiendo hacer. El hecho de que se conforme un gobierno claramente de centro derecha deja el centro izquierda abierto también a cábalas futuras. El PSOE sabe que su mundo, tal como están alineados los partidos ahora, es hacer números para 2019 con lo que queda fuera del gobierno. Y todo apunta a que si es capaz de liderar esa alternativa puede llegar al gobierno, y volver a presidir el Cabildo, con socios de izquierda, por primera vez, que le ayudarían también a recobrar sus raíces, que han estado en los últimos años muy enredadas con la derecha insular.

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