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Estimado Montelongo (I)

Queridísimos alcaldes (II)

Estimado Montelongo:

Aunque no hemos mantenido una relación estrecha , reconozco que no tengo ninguna animadversión ni cosa parecida por usted. Mucho menos después de que emparentara con una familia amiga por gracia de ese amor que surgió en ese pacto con el PP, que le llevó a usted de ser un candidato de Espino a la imposible alcaldía de Arrecife, por la no comparecencia de otro mejor, a ser teniente de alcalde de Arrecife y del ya fallecido Cándido Reguera.  De aquel pacto, al poco tiempo , sólo salvo usted, y se llevó a casa,  lo mejor que encontró en él y aceptó, a regañadientes primero, y con gusto después, el pacto con CC que le dejó con novia y con tenencia de alcaldía, aunque ahora del inquieto/inquietante Manuel Fajardo Feo, que ocupó la plaza de alcalde, gracias a la estrecha vinculación con los que realmente mandaban, mandan y quieren seguir mandando en el PSOE de esta ínsula. Y una persona como usted, Montelongo, que llegó  y prosperó en el PSOE  en los tiempos en el que Espino dividió el partido en dos para conseguir ser secretario general en contra de la voluntad de la mayoría y con las tan conocidas como denostadas tretas del buen abogado pero peor político Manuel Fajardo, debería conocer sus carencias y su oportunismo.

 Sabe usted que en aquellos tiempos del 2005, 2006 y siguientes el predicador/ encantador Espino le utilizaba como paloma mensajera de  su carroñera política orgánica de sumar apoyos o condenar al ostracismo  a quienes se opusieran. Que se le opusieron muchos, pero, es verdad, no usted.

Todavía me parece verlo en el congreso regional en el que José Miguel Pérez fue elegido secretario general corriendo de una esquina a otra del Palacio de Congresos de Santa Cruz de Tenerife, con su sonrisita de chico bombón, como si recordase sus tiempos de chófer de ambulancia de Cruz Roja, distribuyendo con urgencia  los mensajes y proclamas que recibía de un Espino nervioso y fumón que era consciente que en aquella calada le iba sus sueldos futuros. Hizo, usted, Montelongo, lo que tuvo que hacer para que hoy esté donde está.

Y está usted, Montelongo, jodido de verdad. Y todo se lo debe a esas carreras de urgencias, de loca academia de ambulancias, que hizo usted por entrar a formar parte del cordón sanitario de un Espino que agradecía más la alabanza, la disciplina y la entrega que cualquier capacidad o conocimiento real para gestionar lo público y mangonear la caja de los caudales. No se amargue más buscando una explicación a su triste situación. No hay otra.

Gracias a Espino y a su jauría de aduladores, llegó a ser concejal en la lista encabezada por Enrique Pérez Parrilla, que gobernó de aquella manera. Gracias a Espino, fue candidato a la alcaldía, sabiéndose ya que a lo más que se aspiraba era a ser teniente de alcalde y su perfil daba muy bien para meterse debajo de cualquier ala que diera calor, como finalmente se demostró. Y gracias al histórico/histérico Andrés Fuentes y su guagua no sólo conservó la secretaria general en Arrecife sino que consiguió volver a ser candidato, a pesar de su imputación y las intenciones de Espino y Cía de dejarle en la estacada. Y, mire por donde, sonó la flauta. En un ayuntamiento donde entra Podemos, Somos, Ciudadanos y casi todos los que se presentaron  (menos  Alejandro Díaz y Armando,  que a los únicos que consiguieron engañar con su invento de Nueva Canarias fueron  a ellos mismos) usted y su PSOE fue la fuerza más votada, con un concejal incluso más que en el mandato pasado, y que los de CC y el PP.

No pudo mirar para la izquierda, que le aprieta con apoyo interno, por su imputación y se abrazó al pacto regional  sumando los dos concejales útiles de un PIL que huele a muerto. Y se hizo alcalde, Montelongo. Y se hizo la puñeta, Montelongo. Porque ponerse en un escaparate político no es lo mismo que ponerse en un escaparate de una tienda. En esta, su sonrisita de chico bombón, su peinadito recién  pasado y su chaquetita a medio camino entre Fran Rivera y el Cordobés hubiese dado el pego. Pero en la alcaldía de Arrecife, no.

Cada vez que le quiero mirar con objetividad, como alcalde de Arrecife, me asalta la imagen del gato con botas. Demasiadas botas para un gato. Y, en su caso, la Alcaldía de la capital de la isla me parece demasiada responsabilidad para usted. Excesiva. Inabarcable. Y mucho menos si sólo cuenta en su grupo socialista con Zebensuí  como único concejal leal y fiel.  El chico vale y es honesto y quiere trabajar y se empeña en lidiar con el trabajo que dejó sin hacer su otrora amigo Sanginés, pero la misión de fiel escudero y chico para todo no le va. Que no, Montelongo, que no. Que se equivocó usted al aspirar tan pronto a lo que para una persona con su perfil hubiese sido una buena guinda a su vida política dentro de diez o veinte años, que es usted joven, y tendría que poder esperar para hacerse una idea de la política, de Arrecife y sus gentes con más tiento que el que le dieron las urgencias de Espino y las ambulancias de la cruz y hasta su paso iniciático en un PIL  del que salió corriendo con las sirenas puestas.

Estimado Montelongo, no creo que sea usted mala persona, más bien todo lo contrario. Ni creo que actuara usted con mala fe, ni con provecho personal, en esas imputaciones del clásico troceado de facturas de Arrecife, que ponía todo servicio por debajo del obligado concurso. Pero sí estoy convencido de que se ha tragado usted ya todo su recorrido político. Su mandato es insoportable, gris como una noche de tormentas y vacio como un agujero negro. Y eso no es lo peor. Lo peor para usted es que hasta Andrés Fuentes, su actual mentor, ya se ha dado cuenta. Y en estas cosas, Don Oportunista no falla.

Descanse en Paz, si las murgas lo dejan, y vaya haciendo la maleta y el testamento. Que siempre es bueno que los de uno queden bien colocados, aunque sólo sea para que tengan para pagar las flores y ánimos para acrecentar la leyenda.

P.D:  Como sé que usted no es mucho de leer ( no lo digo por eso de que usted dice que no leía lo que firmaba), dejo para otra ocasión unas letritas más.  Sería hasta gracioso, por eso, que de recambio quieranponerle a una librera, más joven  y preparada que usted  y casi hasta más guapa. Aguante, Montelongo, aguante.

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