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Tecnócratas para Arrecife

Nada sorprende ya en Arrecife. Con tanto disparate estamos agotando la capacidad de sorpresa. Los ciudadanos, cansados de tanto discurso enfrentado, ya no saben qué creer. Es el “efecto parálisis”, una estrategia política para medir los tiempos, a poco más de un año de las elecciones municipales.

Cada día es una nueva historia y a cuál más rocambolesca. Cuando no son las ratas campando a sus anchas por las calles, son los problemas de alumbrado o de semáforos; por no hablar de la extrema suciedad en las calles, solares repletos de basura o edificios en ruinas con muros derrumbados en pleno centro de la capital. Y para colmo, los pleitos millonarios pendientes entre el Ayuntamiento y varios propietarios privados, que están embargando el futuro de la capital. Tal es el caso del solar de Ginory que va a hipotecar esta ciudad hasta el año 2036, por unos gobernantes que no han sido capaces de gestionar adecuadamente.

Lo único que funciona en Arrecife es el cobro de las nóminas a fin de mes.

Parálisis, dejadez, desidia, descontrol… sólo hay dos explicaciones:

  1. Que se deba a la incapacidad más absoluta del actual grupo de gobierno, ante lo que debería primar la humildad y el sentido común, si no hay mala fe, y deberían marcharse por donde han venido.
  1. Que todo sea parte de una táctica de manipulación y control por parte de alguna élite que quiere organizar y medir los tiempos del desarrollo de Arrecife, según sus propios intereses. En ese caso, estaríamos hablando del control de las voluntades de los cargos públicos que dan la cara, a través de los partidos políticos. Una opción más terrorífica si cabe.

La incompetencia de los políticos sin oficio ni experiencia, que se convierten en empleados de los partidos; el poder de estos partidos, con sus enchufismos y designaciones por agradecimiento al seguidismo; y la necesidad de financiación, han convertido los mandatos representativos en mandatos de partidos y sus afines.

Como dijo Margaret Thatcher: “There is no alternative” (no hay alternativa). O tal vez sí la haya: un gobierno de tecnócratas, capaz de solucionar, gestionar y organizar, capaz de sacarnos de este mal sueño en el que estamos inmersos. Total, a peor ya no podemos ir.

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