El chico ganó... (y 3)
Recorrido electoral (16)
"Les quiero, les quiero a todos, les quiero", gritaba Manuel Fajardo Palarea desde el escenario improvisado en las canchas deportivas de San Bartolomé que minutos antes estuvo ocupado por "Los Sabandeños" y su música canaria. Fue el único mitin en el que participó de su campaña como candidato a la Presidencia del Cabildo por el PSOE, partido del que era secretario general insular desde hacía meses, saltándose las prescripciones médicas y familiares que le aconsejaban abstenerse de los actos políticos en su periodo de recuperación del infarto que sufrió unos días antes de que comenzara la campaña electoral.
Aquel jueves, día, 22 de mayo de 2003, Fajardo había estado más nervioso de lo habitual, estado que preocupaba especialmente a su esposa, la magistrada María Jesús García, un encanto de persona que empatiza con todo el mundo, que veía muy arriesgado el arrebato de su marido de olvidarse de su delicada salud para acompañar y liderar su fiel comité de campaña, que había estado trabajando duro por un imposible: ganar unas elecciones con un candidato del que la gente creía que podría perder la vida en breve, así lo dejaban caer sus rivales políticos, en otra campaña sucia típica lanzaroteña, y que tenía como número dos a una concejala de Tías, Paca Toledo, que perdió la voz y el sentido al saberse metida en un lío para el que no tenía ni capacidad ni ganas de afrontar.
Fajardo convencía a su mujer diciéndole que estaba más nervioso en casa, de reposo, mientras Miguel González hacía de él en los diferentes mítines, como si de una marca blanca socialista se tratara y Miguel Angel Leal, hombre fuerte del PSOE en la isla en ese momento, y Carlos Espino decidían qué se hacía y se decía.
A las nueve de la noche, mientras cientos de personas disfrutaban de la música de "Los Sabandeños", que actuaron de gancho electoral del PSOE a tres días de las elecciones, Mame Guerra, al volante de un BMW de alta cilindrada, recogía a Manuel Fajardo de su casa y lo llevaba, sin grandes acelerones, al mitin de San Bartolomé. De pronto, se apagan las luces, suena la sintonía socialista y un foco busca el pasillo central. No estaba anunciada la presencia de Fajardo en su propio mitin. Y de pronto, rodeado por la camarilla de su Ejecutiva, aparece vestido de traje de abogado incondicional. Los cientos de simpatizantes socialistas y del grupo musical lo reciben con una cerrada ovación, donde no faltan las lágrimas de los incondicionales ni los gritos de ánimo de muchos. Manuel está roto, impresionado pero feliz, aunque intenta controlar sus emociones para no poner al límite los efectos descoagulantes del Sintrom. Comienza a hablar, quiere leer algo que trae escrito, pero entre la emoción y la fatiga apenas dice unas palabras que acaba con esa declaración de amor universal. La parroquia le arropa como sólo se arropa a los débiles y a los nuestros. Vuelven los aplausos, las lágrimas, los abrazos compartidos. Se hace piña con Manuel mientras "Los Sabandeños" devuelven al ambiente los sones patrios canarios.
Objetivo, presidir el Cabildo
Cuatro días después, las lágrimas fueron en las Naves de Garavilla, donde el PSOE tenía instalada la sede electoral. Manuel volvió a vivir una noche electoral triste y otra vez frente a Dimas, el que fuera bestia negra de los socialistas en los ochenta pero que en los noventa empezó a ser socio de gobierno, con un Enrique Pérez siempre de presidente. Quería acabar con eso pero acabó sufriendo su segunda derrota y , ahora, tocado por un infarto que le abría mayores incertidumbres.
Dimas Martín, con sus ocho consejeros y como fuerza más votada, tomó posesión del gobierno insular a la vez que cerraba un pacto con la Coalición Canaria de Mario Pérez, que sacó cinco consejeros y el PP con tres y dejaba en la Oposición al PSOE de Manuel Fajardo con sus seis consejeros. Miguel Ángel Leal, consejero también y hombre fuerte del PSOE que intentó tener a Fajardo en una jaula de oro hasta que le dejó un momentito abierta la puerta y lo puso fuera del partido, animó a Manuel y le dijo que aquel pacto no duraba, que Dimas acabaría en la cárcel en poco tiempo y eso acabaría con el pacto PIL- CC y en un año, por agosto, estarían en la misma inestabilidad de siempre de la que sólo se salía con el PSOE en el gobierno.
Manuel Fajardo se resignó, se tomó el Sintrom y recordó aquella frase que Leal repetía como una letanía: "A otra cosa, mariposa". Así, mientras hacía oposición y esperaba que se cumpliera las predicciones de Leal, se sumergió en su profesión de abogado sacando para delante el despacho que acababa de fundar con los también abogados Félix Cabrera, Agustín Domingo Acosta y su cuñado Samuel García, en un local muy amplio situado en el edificio de los Guerra, en la misma Plazuela.
Aquello, desde el principio, sonaba a éxito empresarial y profesional y al que no se sumó en último momento el abogado especialista en Seguros Rafael Angel Domínguez, que apostó por despacho propio, pero que atrajo más tarde al hijo del propio Félix, a la mujer del exitoso procurador Manchado y al grancanario Javier Navarro, que llegó a la isla de la mano del también abogado Rubén Rodríguez (natural de Puerto del Carmen), para actuar de asesores en el Ayuntamiento de Tías y en el Cabildo del socialista Juan Félix Eugenio, que se convirtió en especialista en contratos y pliegos administrativos con las enseñanzas del experto Julio. Quizás, o sin quizás, uno de los más completos despachos jurídicos de Lanzarote, aunque ha sido cuestionado por los enemigos de sus miembros fundadores y rivales políticos de Fajardo por sus contratos y facturación con las administraciones públicas.
El despacho ya estaba decorado, los abogados en sus puestos y empezaba a fluir el trabajo como corresponde a abogados muy conocidos en la isla, de larga experiencia y de exitosa trayectoria. Y, apenas unos meses después, los vaticinios de Miguel Angel Leal comienzan a cumplirse. Seis meses después de tomar posesión, Dimas Martín entra en prisión y el diez de enero de 2004 Mario Pérez toma posesión como presidente y tiene que pasar el mal trago de ir a la cárcel a despachar con el condenado líder del PIL. Seis meses después, el 26 de julio de ese mismo año, María José Docal coge el testigo de la Presidencia que porta hasta que dimite siete meses después y sube a presidir, el 18 de febrero de 2005, por cinco días, Plácida Guerra, a la que releva Francisco Cabrera (PP). La inestabilidad ya está instalada. Es el momento de sacar a pasear la experiencia de Miguel Angel Leal en estos acontecimientos y los conocimientos y destreza de Manuel Fajardo, que ve más cerca no sólo gobernar sino también ser presidente.
"Entre tú y yo, Alejandro"
Mientras Francisco Cabrera estaba que no cabía en sí presidiendo el Cabildo, Manuel Fajardo desplegaba todo su encanto a los oídos del presidente del PP insular, el también abogado Alejandro Díaz, intentando algo que sólo un genio o un malvado podría entender como posible. ¿Convencer al presidente de un partido para que mueva ficha cuando con tres consejeros de veintitrés tiene la Presidencia, la Consejería de Hacienda y otras? ¡Imposible! Pues no, qué va. Alejandro Díaz picó y firmó un pacto que sólo él en el mundo entero pensó que se iba a cumplir. Sólo él, nada más que él, únicamente él, a pesar de los gritos de Cándido Reguera y Francisco Cabrera, que veían que se la iban a pegar irremediablemente. Pero Díaz le hizo más caso al "Entre tú y yo" de Fajardo que a todas las advertencias de sus compañeros y nunca entendió, hasta que vio el resultado, que ese pacto el PSOE sólo lo quería para enseñárselo a sus socios de gobierno para que dejarán caer como un azucarillo a Francisco Cabrera en la merienda que tenía organizada Fajardo. El 14 de junio, María Dolores Luzardo preside por 16 días el Cabildo, al presentar la dimisión su compañero de partido Francisco Cabrera que seguía sin entender qué cegó tanto Alejandro para que no viera que era una jugada falsa.
Pero algo no salió como tenía que haber salido. La tradicional mala suerte de Manuel Fajardo volvió a brotar. El sería el candidato a la Presidencia del Cabildo en una moción de censura pero la dimisión de Francisco, asesorado por Cándido Reguera, obligaba a que después del interín de Luzardo la Presidencia volviera a la lista más votada que era la del PIL. Y, para desgracia de Manuel, le tocaba a Inés Rojas presidir el Cabildo, a pesar de que había abandonado ya el partido junto a los que después conformaron APL y finalmente acabaron en CC. Los díscolos del PIL, los Sergio Machín, Luis Arráez, Celso Betancort y la propia Inés Rojas, además de los consejeros de CC con Mario Pérez a la cabeza veían muy feo eso de autocensurarse y dijeron que pacto sí pero sin censura. Fajardo lo vivió como una traición y aunque maniobró con la Secretaría y sus abogados para cuestionar que Inés guardará sus derechos al abandonar las filas del PIL, esta acabó de presidenta dieciséis días después, el 30 de junio de 2005 y hasta el final del mandato, el 22 de junio de 2007, y Manuel acabó de vicepresidente y consejero de Sanidad y nunca más volvió a mirar con afecto a Inés, por la que siente un fuerte desapego, equiparable a ese sentimiento que brota ante la persona que nos arrebata algo que consideramos nuestro, ya sea una novia de la juventud, un trozo de pan en el recreo, un boleto premiado o un cargo político, que es el caso.
Después de su periplo cabildicio, Manuel apuntó al Parlamento donde se mueven las élites del partido. Y cosechó una importante victoria en 2007 y una frustrante derrota en 2011, que se desquitó con la portavocía del poderoso grupo socialista. Ahora, vuelve a sonreírle la mala suerte. Precisamente cuando lo tenía todo atado y bien atado, con el apoyo de las ejecutivas y comités insulares y regionales y con él en la Comisión de Garantías Electorales Federal. Y, aún así, a pesar de ser el portavoz del Grupo socialista, sus amigos le dejan caer en Madrid para saciar con su sangre la sed de venganza de la Patricia Hernández, que se le parece cada vez más a Inés, que le quita de los labios el sabor de las mieles del triunfo y le devuelve derrotado a un partido en Lanzarote, a unas bases, que ya no llora por él.
Manuel Fajardo ha perdido otra batalla, una muy dolorosa que le deja sin cargo electo después de 12 años, pero mantiene representación orgánica y una agenda llena de contactos. Además, el l prestigioso abogado Francisco Manuel Fajardo Palarea, esposo de magistrada del TSJC, miembro fundador de uno de los despachos jurídicos más influyentes en la isla y socio de profesionales con ramificaciones mediáticas es un hombre joven todavía que no tiene dentro del PSOE de Lanzarote sustituto de su nivel relacional e intelectual por lo que su influencia va a ser grande entre quienes manden tanto a novel orgánico como público. Queda Manolo para rato pero con las alas cortadas. En cambio, Marcos Hernández se despereza y remonta el vuelo con alegría. Muchos de los desheredados de listas y sueños en estos meses ya lo ven como un posible líder a corto plazo, como el hombre que salió de Tinajo para tumbar a Manuel Fajardo, con un sencillo pero espectacular toque por dentro. Un sutil movimiento hacía la izquierda, una pequeña flexión del tronco, mano derecha a rodilla derecha y las circunstancias, o sea, Patricia, se encargan del resto. Bienvenido al suelo, Manuel.