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Brotes groseros, propios de una isla sin ley

Hay cosas que te avergüenzan nada más verlas. O sin verlas, al oírlas. Da miedo pensar en una isla que se encuentra en nivel 2 de alerta por una pandemia, con toque de queda a partir de las 23:00 horas, prohibición de estar más de cuatro personas en la misma mesa en bares y restaurantes y de juntarse más de 6 personas en una vivienda si no son convivientes y surjan, después, brotes con hasta 32 personas afectadas. ¡Contactos con hasta 32 personas cuando la consigna, que no la orden, era “quédate en casa”!

Pero es que deberían llevar mascarilla, mantener la distancia social y lavarse las manos en un escenario donde están prohibidas fiestas, aglomeraciones y, además, no se usa casi el transporte público colectivo. Si a todo ello le añadimos que estábamos avisados de que este periodo navideño era altamente peligroso porque la nostalgia, el arrastre familiar y la tradición podrían poner en riesgo los buenos datos epidemiológicos que teníamos en ese momento, llegamos a la conclusión de que las autoridades locales se dedicaron a leer a García Márquez mientras esta bola pandémica se iba formando. Con el “Crónica de una muerte anunciada” en sus manos, nuestros políticos y políticas miraban para otro lado, entre felicitaciones de navidad y buenos deseos.

La situación de la pandemia en Lanzarote en estos momentos no solo es grave, gravísima, sino es un espejo donde se refleja el trabajo que se hizo durante esas tres semanas de fiesta y descontrol. Lejos de poner más interés en cumplir las medidas, no solo se flexibilizaron sino que se ignoraron por quienes las incumplieron y por quienes las tenían que hacer cumplir. Ahora, después de que el virus haya tomado ventaja y de que haya costes irreparables, nos quieren decir que sí podemos.  Han dejado hacer, han dejado pasar en los peores momentos, como si no fueran conscientes de los riesgos. Es verdad que no hemos sido los únicos, pero no anima saber que hemos sido los peores.

“En general, todos los brotes tienen menos de 10 casos asociados excepto dos de origen familiar, ambos en Lanzarote, con 32 personas y 28 personas afectadas, respectivamente; y otros dos brotes de origen laboral con ramificación familiar, uno en Lanzarote con 24 personas afectadas y otro en Fuerteventura con 20 casos. Los siguientes tres brotes más numerosos son de origen familiar, dos en Gran Canaria con 19 y 18 casos asociados, y uno Lanzarote con 18 personas afectadas”. Esa es la valoración de Sanidad de los brotes en Canarias. Ganamos de goleada; no hay la menor duda de que hemos sido los peores. Tenemos realmente brotes groseros, datos de una isla sin ley, a pesar de que teníamos la misma norma que los demás. Es verdad que han sido unos pocos (“unos pocos muchos”, si queremos ser sinceros), pero todavía sorprende más que, en el periodo de máximo incumplimiento, tengamos el mínimo de denuncias registradas por parte de nuestras autoridades. Ahora están como locos, la culpa les corroe, y el miedo les distrae los esfínteres, como si no supieran que 7x2 es igual a 2x7, que si tenemos 2 contagiados y le dejamos relacionarse con 7 es lo mismo que si tenemos 7 y los dejamos relacionarse con 2. Los 14 que tanto nos asustan ahora, los vivimos como una verdadera fiesta de irresponsabilidad hace menos de un mes. 

Hay que extremar las medidas, hay que reforzar los controles, hay que doblegar la curva. Pero hay que hacerlo con la “cabeza gacha”, con la humildad que conlleva saber que esta línea torcida hacia arriba no ha caído del cielo, ni del infierno. Es nuestra, solo nuestra, hecha  con alegría, con irresponsabilidad, con los mismos delirios con los que ahora afloran nuestros llantos.

elperiodicodelanzarote.com