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Carta abierta a don Miguel Hernández Suárez, párroco de Arrecife, en su despedida

 

 

Estimado don Miguel:

Ayer celebró su último oficio religioso como párroco de la iglesia matriz de San Ginés de Arrecife, despidiéndose de los feligreses en el tono justo y preciso, con la serenidad de alguien que no está apegado a las cosas materiales y que confía en los designios del Dios hacedor del mundo, dispuesto a emprender otra etapa de su viaje sacerdotal que se desarrollará en tierras peninsulares, realizando un año de actualización pastoral en el Instituto Superior de Pastoral, perteneciente a la Universidad Pontificia de Salamanca.

Por ello, en mi calidad de Alcaldesa de Arrecife, deseo darle las gracias públicamente por  ese tiempo de convivencia con nuestra Ciudad, donde deja una huella imborrable, el producto de sus catorce años de estrecho contacto con los feligreses de Arrecife y también de Playa Honda, en los que ha compartido alegrías y sinsabores; proyectos de futuro en común, nacimientos y despedidas;  tareas que compartió con su responsabilidad del arciprestazgo de Lanzarote y con las labores de capellán del Aeródromo Militar de la Isla. Sé que a veces se multiplicaba, y que lo hacía sin perder su especial talante, ese carisma que le ha hecho tan popular entre los nuestros.

Su labor como sacerdote y ciudadano, ha sido todo un ejemplo de entrega y generosidad sin límites, siempre comprometido con lo común; solidario y participativo, protegiendo y promoviendo la dignidad y el bien de todos, con una especial disposición al cuidado de los más indefensos, en una invitación constante a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la recuperación de los valores del ser humano desde el respeto y a la aceptación de las diferencias.

S.S. el Papa Francisco, en su mensaje con motivo de la 54 Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero pasado, señalaba que: “no hay paz sin la cultura del cuidado”, “que en el mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, que se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”. Y así es como le definiría y como creo que será recordado por todos, como un sacerdote artesano de la paz, un aglutinador de voluntades  en pro de un  mundo más solidario, un servidor de la Iglesia capaz de trabajar sin miedos y sin recelos, labrando con la palabra y el ejemplo cotidiano el camino de esperanza que la sociedad actual necesita.

Le extrañaremos y le recordaremos siempre, se lleva usted parte de nuestro afecto y respeto, un testigo que entrega  al sacerdote don Juan Carlos Medina, designado  por el Obispo de la Diócesis de Canarias, Monseñor José Mazuelos, para hacerse cargo de la parroquia de San Ginés, y al que doy la bienvenida, esperando que continúe – como dijo Machado- haciendo camino al andar.

 

Ástrid Pérez Batista, alcaldesa Presidenta del Excmo. Ayuntamiento de Arrecife

elperiodicodelanzarote.com