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Son 159 (152), ¿a cuántos conoces?

 

Seguramente, la mayoría de los lanzaroteños no lo sepa.

Ni creo que haya muchos que pierdan el tiempo en estas cosas que hago yo creyéndome que estoy descubriendo América de nuevo. Pero gracias a que la mayoría no lo busca y yo sí pues puedo escribir un artículo contándoselo como algo nuevo, cuando yo sé que es así desde las elecciones últimas. Lanzarote tiene 159 cargos electos, o sea, los lanzaroteños han elegido a 159 personas, aunque no es así del todo porque algunas hacen doblete, y una persona se escarrancha sobre dos cargos, que siempre es mejor dos pájaros en mano que solo uno, por lo que pudiera pasar. Y siempre mirando para ver si caen otros de esos cientos que siguen volando cerca. En realidad, la gran mayoría son concejales y sólo los eligen los de cada municipio. Hay 125 concejales electos. De ellos, 25 forman la corporación del Ayuntamiento de Arrecife; 21 las de Teguise y Tías; 17 las de San Bartolomé y Yaiza; 13, en Tinajo, y 11 en Haría, que en las próximas elecciones volverá a elegir a 13 concejales porque ha subido el censo poblacional. ¿Cuántos concejales de su municipio conoce? ¿De cuántos sabe lo que hacen?  Y de otros municipios, ¿conoce alguno al margen del alcalde?

El Cabildo tiene 23 consejeros electos, los que sumados a los 125 concejales repartidos entre los siete ayuntamientos nos ponen con 148 cargos electos, todos ellos para gestionar en la isla lo público. Además, tenemos 9 parlamentarios electos, 8 por la lista insular y uno, socialista, por la lista regional. Lo que eleva la cantidad de cargos electos a 157 y nos faltan por sumar el senador por Lanzarote y la diputada en el Congreso de los Diputados de Lanzarote por la candidatura de la provincia de Las Palmas. En realidad, son 159 cargos pero ocupados por 152 personas distintas. Hay siete que combinan el acta de diputados con el de consejeros, es el caso de Dolores Corujo (presidenta del Cabildo, PSOE) y de David de la Hoz (CC): o la de consejera con la de diputada Nacional, Ariagona González (PSOE) o la de consejero con la de concejal, Marcos Bergaz (PSOE) y Francisco Aparicio (PP). También están los alcaldes que son diputados, como Astrid Pérez (PP) y Oswaldo Betancort (CC).

Lo del doblete efectivo, con doble cargo, es un seguro que se ponen los políticos para no perderlo todo si no ganan allí donde están obligados por su partido a hacerlo. Y también están reservados para aquellos con poder de negociación a cambio de usar su popularidad como contrapartida. Son cabezas de lista o muy cercanos a la misma. Porque la gran mayoría de los elegidos no son sin tan siquiera conocidos por un 10% del electorado que les votó. Del que les votó directamente a ellos, no de todos los que votaron ni del total del censo, donde todavía los porcentajes de popularidad son mucho más bajos. Aun así, se consideran cargos de elección directa, aunque sea el fruto de ir agazapados en las listas cerradas de un partido y beneficiándose también de la popularidad del que encabeza la candidatura. ¿Realmente hemos elegido a esa persona que, en muchos casos, ni tan siquiera  sabíamos que iba en la lista? Que está en la lista porque el cabeza considera que no le va a crear problemas o porque tiene un grupo de fans dentro de la agrupación que le animó a ir para ver si les hace llegar a ellos alguna prebenda municipal o cabildicia.

Cuando salió elegido el candidato de Podemos al Senado por Lanzarote, José Ramón Galindo (2015), el que fuera senador por Lanzarote del 2004 al 2011, el único político de Lanzarote que tiene asegurada la pensión máxima aunque no vuelva a trabajar más, Marcos Hernández (PSOE) se llevaba las manos a la cabeza. Decía en un medio de comunicación, y a quien quisiera oírle, este político que lleva encaramado en un cargo público desde hace casi 20 años, que no se puede elegir a una persona completamente desconocida por el electorado como senador por Lanzarote. Le oí decir eso cuando iba en el coche para la oficina. Y tuve que frenar en seco y arrimarme al arcén para intentar no ahogarme con la reacción que me produjo la desfachatez del actualmente diputado Hernández. Se le olvidó que él fue senador también por una causa peor todavía. Y no por su popularidad, que en esos momentos no superaba el 15% del censo. Como sabemos él y yo muy bien. Se le olvidó que por el desgraciado atentado de Atocha y la nefasta gestión del gobierno de Aznar de esos momentos, los españolitos de a pie, incluidos los de esta isla tan nuestra, voto al que fuera, incluido a Marcos, con tal de castigar la mala praxis popular de Aznar y su gente de ese suceso. También fueron senador Oscar Luzardo y Joel Delgado, gracias a las olas del PP, cuando el PIL ya estaba malherido o muerto.

Del cuento de la partitocracia, las listas cerradas, las elevadas abstenciones y similares, hay muchas personas que son elegidas sin saberlo siquiera sus vecinos. Pero después, a la mínima oportunidad reclaman como propio el acta, como si la hubiesen conquistado en una lucha cuerpo a cuerpo con sus rivales en un distrito donde gana el que más votos tiene. Mientras percibimos la batalla de los principales políticos de cada partido por hacerse con la cabeza de la lista añorada, se nos escapa la otra lucha de los más mediocres por colarse en la lista, oculto en el barullo del momento y garantizarse sueldo y lo que sea por cuatro años. Y si durante ese tiempo nadie sabe que está, mejor que mejor. Pues así, con esa etiqueta, podemos identificar a más de tres cuartos de los que elegimos en las próximas elecciones. Sin saberlo y sin querer, muchas veces, pero ahí están y lo contentos que se les ve. Y volverán a presentarse muchos de ellos, aunque usted se incapaz de nombrarlos a todos cuatro años después de elegirlos.

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