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¿Dónde está el misionero Robert Prevost?

 

 

 

 

Por si no lo recuerdan, Robert Prevost fue el cardenal estadounidense elegido Papa el pasado 8 de mayo. Confieso que ya no me acordaba del nombre secular de León XIV desde el furor informativo cuando cantaron ¡Habemus Papam! Hace cuatro meses.

En el mundo están en curso hechos gravísimos y el jefe supremo de la Iglesia Católica está pasando muy pero muy de perfil. No se moja, como decimos en el lenguaje callejero, aunque mucho peor es que no actúe.

Apenas estamos en el inicio de su pontificado, es cierto, pero la barbarie de Israel en Gaza y su macabra estrategia de hacer que la población Palestina pase hambre para así terminar de  matar a seres humanos que las balas no alcanzan, como mínimo, merece una reacción y acción más contundente por parte del Papa.

Su clamor  por la paz y por el alto el fuego o su llamamiento a las “partes en conflicto” para que acudan al rescate del pueblo hambriento, me suena a mero lugar común. Las comparaciones son inevitables, y más cuando su antecesor, el “comunista” Francisco, llegó a pedir que se investigara como genocidio la ofensiva israelí en Gaza.

Echo de menos al ciudadano Francisco, ese pastor universal de la Iglesia en la tierra y con los pies en la tierra que tuvo los santísimos cojones de ir a la frontera entre México y USA a celebrar una misa en 2016 con un discurso claro y directo sobre el respeto al ser humano,  justo en el momento en que soplaban los primeros vientos “solidarios” de la era Trump.

Arrugaba la cara la derecha reaccionaria mundial, representada en España por Vox y su socio natural, el PP, cuando el “comunista” Francisco recordaba ante las manifestaciones xenófobas que “nadie es ilegal ante Dios”; pero bueno, hasta grandes dirigentes voxéfilos y peperianos lloraron al ínclito Jorge Mario Bergoglio después de haberlo puesto a parir.

Me llamó la atención que cuatro de los lectores habituales de esta columna de opinión me trasladaran comentarios sobre mi artículo anterior ‘Hazme sonreír’, centrando sus inquietudes en el párrafo donde preguntaba ¿Por qué la máxima autoridad de un Estado tan poderoso como el Vaticano no se planta en Israel? Uno de ellos me dijo e insistió: “el Papa es la única figura internacional que puede detener la masacre”.

Visto que Israel se ha burlado históricamente de las declaraciones y resoluciones de Naciones Unidas sobre Palestina que instan al respeto de los derechos humanos, la última, la de este 29 de agosto: “Gaza se despeña hacia una hambruna masiva”, donde estima que 160.000 personas se sumarán a las 500.000 que ya se encuentran en una situación alimentaria catastrófica, “en el arrasado territorio palestino”, como lo reseñó la declaración de hambruna que hizo la misma ONU la semana pasada, comparto la opinión del lector sobre la mediación del Papa si de verdad se involucra de forma determinante, o por lo menos que lo intente, que es lo que se espera del líder de la Iglesia.

Cuando supimos que Robert Prevost era el nuevo Papa, de inmediato nos enteramos de su pasado misionero de más de veinte años de trabajo con comunidades empobrecidas en Perú. Prevost sabe lo que es meter los pies en el barro y por tanto conoce de cerca las distintas formas de marginación, no solo las económicas y sociales, sino las culturales y étnicas.

América Latina es una región indígena rica y diversa, pero los pueblos originarios son precisamente quienes más soportan la vulneración de derechos por gobernantes y gran parte de la sociedad que los considera seres inferiores. Visto el pasado de León XIV, muchos nos hicimos otras expectativas, aunque sabíamos que un perfil como Francisco no solo es difícil de encontrar en esas esferas, sino que si existiese parece poco probable que fuese elegido. Otro incómodo como Francisco, ni en bromas.

Me pongo a pensar que debe ser decepcionante para curas y monjas de pequeñas parroquias y pueblos que además de cumplir con su misión pastoral están todo el día buscando recursos para ayudar a satisfacer necesidades básicas de personas  excluidas, que si ropa, que si comedores sociales, que si techo para que gente de la calle pase la noche, y luego ves a tu jefe en la distancia con el poder para intentar conseguir parar el exterminio en Palestina y la postura es demasiado tibia.

Y si no parar las balas, por lo menos abogar por el traslado de alimentos y su distribución en condiciones de seguridad para una población que está siendo acribillada en las filas del hambre. Me impactó la decisión de algunos medios de comunicación de enseñar al Planeta imágenes de niños y adultos desnutridos en Gaza como grito desesperado de SOS.

elperiodicodelanzarote.com