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Distinciones frente a regalos de pompa real

 

Con dejo canario y pizca corrosiva, va mi mujer y me dice el pasado jueves 20 de noviembre: “chacho, a Olivia le entregan la medalla el mismo día que a la reina Sofi  le cuelgan el toisón”. Enseguida me acordé de un artículo reciente de la serie Borbolandia escrita por Nieves Concostrina. Comparto con ella su gran admiración por la Casa Real.

La periodista e historiadora tachaba de “performance o maniobra de distracción” el reparto de Felipe VI del  Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro a su madre, la reina emérita, y a otros personajes de principios y valores “mutantes” como el expresidente socialista Felipe González. Nieves no se corta un pelo y así como posee una habilidad exquisita para contar en radio y escribir en prensa hechos históricos, también ostenta esa  soltura para verter sus opiniones en lenguaje de calle y sin rodeos: “Mami…te voy a dar un toisón, para que se te pase el disgusto de las amantes de papi”. El artículo titulado “Felipe VI y el ‘show’ de los toisones de los borbones”, no tiene desperdicio. Recomiendo buscarlo en Google.

Aparte de estas distinciones de pompa real otorgadas por el súper mérito de compartir “código genético”, hay otras muchísimo más cercanas que nos aterrizan en crudas realidades. El delegado del Gobierno de España en Canarias, Anselmo Pestana, recordó en el discurso del acto de entrega de la Medalla a la Promoción de los Valores  de Igualdad a Olivia Cedrés Rodríguez, otorgada por el Ministerio de Igualdad, que desde que hay registros de víctimas mortales por violencia de género, desde el 1 de enero de 2003 hasta hoy, van 1.333 mujeres asesinadas por furia machista. Las estadísticas oficiales constatan 38 asesinatos en  2025 y la Unión Sindical Obrera cifra en 99.000 las denuncias presentadas solo este mismo año.

Aunque hay partidos políticos patriotas y negacionistas de banderas de manilla que todavía evitan poner nombre propio a la violencia machista, las noticias de sucesos, los juicios y el periodismo de investigación, que por suerte hacen algunos medios de comunicación, nos aproximan a esta desgracia social, y digo que nos aproximan, porque quienes conocen bien lo que está pasando, en primer lugar, son los familiares y amigos y amigas de las víctimas, y por supuesto, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, las policías locales y todas las entidades e instituciones públicas que intervienen en la problemática, así como colectivos y asociaciones feministas que demandan mayores esfuerzos gubernamentales y de la sociedad en general para parar  esta terrible herida social que vulnera el derecho a la vida.

Eso, menos fotos de postureo este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y más acción efectiva para erradicarla. Hay avances, pero si el problema persiste, no son suficientes.

Cuando mi mujer se refirió a Olivia con familiaridad, lo hizo porque es vecina de Yaiza, el municipio que nos acogió hace 24 años, pero debido especialmente a que es una persona a quien le tenemos mucha estima como amiga y como profesional de la pedagogía. Nos conocimos al poco tiempo de estar en Lanzarote, y no es casual, considerando su sensibilidad por temáticas de índole social y gusto por el arte y la cultura, en unas jornadas sobre inmigración donde presenté el documental que produje en Colombia, ‘La Bacanería, un estilo de vida’. A partir de su proyección en la localidad de Playa Blanca, desarrollamos un interesante debate con participación de vecinos y vecinas de distintas nacionalidades.

El Ministerio le otorgó la Medalla a Olivia, esta distinción, sí de mérito y no de emérita, por su trabajo en las Cortes Generales, como diputada nacional del Partido Socialista, en la redacción colectiva y aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que acaba de cumplir 20 años: “su apoyo y su compromiso con la igualdad y la justicia fueron esenciales para que esta Ley se convirtiera en una realidad”, aseveró el delegado del Gobierno en Canarias.

Olivia evita hacer suya la distinción, más bien prefiere compartirla con los familiares de las víctimas mortales de la violencia machista, con las mujeres que la padecieron o quienes siguen sufriéndola, también con todos los agentes sociales, instituciones públicas, empezando por los ayuntamientos, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, policías locales y aparato judicial, que trabajan por el cumplimiento de la Ley y su objetivo finalista de proteger y salvar vidas. Nos puede gustar más o menos la monarquía, pero en un asunto tan delicado y de tan graves consecuencias es difícil no alcanzar consenso, y aunque parezca increíble, en España, no lo hay.

elperiodicodelanzarote.com