EL HONOR ES NUESTRO PERO LAS DISTINCIONES DEBEN SER POR MAYORÍA CUALIFICADA
- J.B.C.
En la pasada sesión plenaria del Cabildo de Lanzarote, celebrada el pasado día 2 de abril, el grupo de gobierno decidió modificar el Reglamento de Honores y Distinciones de la corporación. Y lo hizo para rebajar las exigencias y poder nombrar y distinguir a las personalidades y entidades que consideren meritorias solo con el apoyo de la mayoría absoluta. Y, sinceramente, no tiene demasiado sentido. Lo lógico es que sean reconocidas aquellas personas que son capaces de aglutinar la mayoría cualificada de la corporación, entendiendo que es una correlación representativa de la sociedad. Si alguien no tiene el respeto y consideración de una amplia mayoría de la sociedad, se merece la paga y la alabanza pero no un reconocimiento que se dice que se hace en nombre de Lanzarote.
El PSOE se ha opuesto a esa medida. Pero precisamente el PSOE parece el partido menos indicado en estos momentos para dar clases de cómo deben nombrarse y por qué a la gente de esta tierra como hijos predilectos, adoptivos o darles premios por resaltar en su actividad personal o profesional. Sobre todo porque, cuando gobernaron el Cabildo en el mandato pasado, se empecinaron en hacer lo que ellos quisieron, sin ni tan siquiera respetar las propias exigencias del reglamento vigente. Lo de querer darle un premio destinado a entidades sin ánimo de lucro a una empresa periodística que les pasaba facturas semanalmente con la denominación de sociedad limitada es confundir las sociedades mercantiles con las ONG, que es tanto como confundir el culo con las témporas.
En lugar de estar jugando al gato y al ratón, y buscando siempre torcer la norma para beneficiar amigos y parientes, lo que tendrían que hacer en un listado de hombres y mujeres de esta isla que se merezcan ese reconocimiento y dejarse de disputas baldías. Se trata de ponerse de acuerdo todos y no de dar premios por darlos a gente que despierta más desconfianza que credibilidad o respeto. Si se dice que hasta César Manrique fue rechazado en dos sesiones plenarias en los años ochenta y no fue nombrado hasta muchos años después hijo predilecto y no se cree. Pero así somos, cainitas y fragilones. Tanto como para tener la oportunidad de nombrar a la primera lanzaroteña como hija predilecta, a la vez que se nombra a la primera hija adoptiva. Porque eso de nombrar primero a los de fuera en detrimento de los de aquí, no deja de ser una parte más de ese cainismo trasnochado, incapaz de ver mérito entre los nuestros, entre los de todos. No sé por qué me viene a la cabeza ahora los famosos ‘Novios del Mojón’ de doña Dorotea Armas Curbelo y la ingente aportación de esta mujer a la artesanía insular. Ha habido (y hay) tanta gente maravillosa y esforzada en esta isla y tienen que esperar a que “cuatro” políticos de tercera división se pongan de acuerdo para que les reconozcan sus innegables virtudes. ¡Señor, ten piedad!