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TODO EN CONTRA DE LOS TAXISTAS, NADA A FAVOR DE LOS USUARIOS DE LAS GUAGUAS

Los ayuntamientos están con la mosca detrás de la oreja. Por un lado, el Cabildo tiene las competencias en el transporte insular colectivo, las guaguas, y no hace nada, a pesar de que tiene pendiente de hacer desde hace dos años un pliego de más de 300 millones de euros con los que se podría transformar completamente el transporte regular de guaguas de la isla y dar respuesta a la movilidad de forma sostenible. Pero no se hace nada ni se dice nada del mismo. Parece que el conformismo es total a pesar de que cada vez son más los que reclaman un servicio de estas características, a la vez que se quejan del desbordado parque de coches particulares y de alquiler que se mueven por la isla colapsando carreteras, provocando accidentes y contaminando a todo gas.

En cambio, el Cabildo, que no tiene las competencias en los taxis, se mete de lleno en la insularización encubierta del taxi, sin aventurarse a saber cuáles van a ser las consecuencias reales para los usuarios locales. Para ello, ha contado con la complicidad coral de las asociaciones empresariales tanto turísticas como la propia Cámara, que lleva una política seguidista del Cabildo hasta límites inconfesables, que miran para otro lado cuando se trata de exigir un servicio de guaguas a la altura de las necesidades de la isla y de su sostenibilidad.

 

Sorprende que se achaque en solitario el mal de la movilidad insular a los taxistas, cuando son ellos los que tienen que cubrir precisamente las consecuencias de ese deficitario servicio de guaguas. Si las guaguas funcionaran bien, con horarios, rutas y frecuencias ajustadas a las necesidades, los demandantes de taxis serían muchos menos y podrían cubrirse con pequeñas modificaciones. Si se sigue apostando por un mal servicio de transporte público colectivo, por mucho que se les apriete las clavijas a los taxistas de poco va a servir. Lo que se gana en un lado se perderá en otro. Es como si se intentaran tapar con una manta pequeña. Si nos empeñamos en taparnos los pies, se acaba con la cabeza al descubierto y viceversa. ¿Se imaginan Madrid sin el potente servicio de metro y guaguas esperando que los taxistas muevan a todos los usuarios? En fin, de coña marinera.  

elperiodicodelanzarote.com