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LA DESESCALADA SE REFLEJA EN LA PRESIDENTA

La presidenta del Cabildo de Lanzarote, María Dolores Corujo, era, ayer, el fiel reflejo del cambio que provoca en la población el anuncio del final del túnel del estado de alarma, impuesto por culpa de la pandemia del coronavirus SARS-Cov2 que nos mete el miedo en el cuerpo con la amenaza de la Covid-19. O eso nos hizo pensar la fotografía elegida ayer para acompañar la nota de prensa en la que mostraba su alegría porque La Graciosa, además, va en el vagón de cabeza, empezando desde el lunes, día 4 de mayo, la 1ª de las tres fases que nos llevan a la nueva normalidad, saltándose la 0.

María Dolores se muestra sonriente, juvenil, alegre, apoyada sobre la mesa, de pie, dejando atrás sus otras fotos anteriores, casi diarias, en las que presentaba un aspecto más sombrío, con cara pensativa, casi temerosa, entre repartos de material sanitario, reuniones con unos y otros y desinfecciones varias. Era la imagen entre el duelo y la guerra que acompaña a enfermos, que despide muertos, que afronta la incertidumbre y atiende la necesidad de los más desfavorecidos. Pero, ahora, con la luz que brilla en el horizonte, con el anuncio del inicio de la desescalada, la ilusión vuelve a todos. También a ella, que vive el vórtice del huracán, a medio camino entre el éxito y el fracaso público. En medio de una realidad que ni es política, ni es social, ni es económica, aunque amenace con zarandear tanto una como otra cosa, o las tres al mismo tiempo. Su origen vírico, coloca el centro del ataque, el famoso frente, en el mundo sanitario. Pero el liderazgo político es imprescindible en una isla que necesita posicionarse frente al resto para recibir material sanitario, para organizarse para el día después, para tranquilizar a una población que mantiene el confinamiento general en un lugar singular.

Nos gusta más esa imagen desenfadada, risueña, con el pelo suelo, aunque se noten bolsas debajo de sus ojos, de las exigencias de estos tiempos, y aparezcan dos móviles sobre la mesa, para reafirmar la apretada agenda y la urgencia de comunicar con todos. Se comienza un nuevo periodo, un periodo transitorio hacia la nueva normalidad. Y, sinceramente, nos da más confianza que se afronte con la normalidad de siempre. Desde la proximidad que da eso de “eh, Loli, y esto…” que aquel otro solemne de “doña María Dolores Corujo”, que llena de rancio y pompas una relación democrática donde impera que no solo somos iguales ante la ley, sino también antes las pandemias. De hecho, todos estamos obligados a transitar por las mismas fases para llegar al nuevo mundo. Y parece mejor que lo hagamos en confianza. Con respeto, pero con confianza. Separados dos metros, pero unidos de corazón. Con las manos lavadas, pero sin olvidarnos de los nuestros. Esa imagen, parece la acertada. Y nos alegra la elección de esa foto que da esperanza para lo que viene.

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