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¡Ni un segundo más, Jorge! (I)

 

En el año 2006, Jorge Coll me llamó y me explicó su proyecto de televisión y me invitó a formar parte de una tertulia, que iba a dirigir también él, llamada "Café de periodistas". Le puse solo una condición y una advertencia: Solo pido que se me deje opinar con libertad, que pueda dar mi opinión libremente. Y le advertí: desde que me impidas dar mi opinión, no estaré ni un segundo más en tu programa. Aceptó. Y tenía su mérito porque no éramos, en ese momento, amigos, precisamente. Después de abandonar el Lancelot en 1988, fui quizás el ariete más entregado a la causa de Agustín Acosta de demostrar que, detrás de la imagen que vendían de sí mismos los hermanos Coll desde su semanario de ser gente progresista y de bien, se escondía un grupo mediático que facturaba cientos de millones de pesetas de las administraciones locales por diversos conceptos, arropados en su línea editorial de apoyo interesado a los grupos gobernantes. Aun así, me pareció interesante estar dentro de un proyecto mediático de envergadura donde se había invertido un capital importante, aunque fuera por parte de empresarios de cuestionada moralidad.

Durante los 18 años que van desde el 2006 hasta el pasado lunes 22 de abril de 2024, Jorge Coll no solo respetó mi opinión sino que en algunos casos la alentó y en otros la utilizó para sus fines siempre espurios. Temporada tras temporada, cuando Jorge, con halagos abiertos, me agradecía mi colaboración, siempre le correspondía dándole las gracias a él por respetar mi opinión y darme la oportunidad de exponerla en un programa que, entre todos, habíamos conseguido que se convirtiera en referencia informativa insular. Es verdad que mis críticas al PSOE eran más aplaudidas que mis críticas y enfrentamientos con Pedro San Ginés pero, es verdad también, que me dejó hacer y no se me evitaba en el plató cuando él iba. Tampoco creo que San Ginés lo exigiera nunca, a pesar de la excelente relación que mantenía con Jorge y los propietarios de la empresa. Nunca me metí con la línea editorial. Si yo tenía derecho a dar mi opinión, cómo no iban a poder darla los propietarios y su staff. Mientras me dejaran dar mi opinión, lo demás era cosa de ellos.

Que Jorge Coll se empeñaba en decir que el problema de los hoteles ilegales era que le faltaba “un papelito”, allá él con sus cosas. Que condenan a los alcaldes que dieron las licencias y que Jorge sigue con lo mismo, allá él. Que condenan a los técnicos municipales y Jorge sigue con su cuento, pues él sabrá. Que condenan al abogado que se inventó lo del papelito y se lo explicaba a Jorge con inusitada emoción y Jorge sigue sin querer verlo, allá él. Que ya solo falta que le condenen a él por creer que los lanzaroteños tienen que tragarse sus fabulaciones en defensa de quienes le pagan 14 mensualidades que nunca soñó en cobrar para que defienda sus intereses.

En estos 18 años, he visto como un día sí y el otro día también, a mi lado, Jorge Coll, ha defendido a todos y cada uno de los corruptos de Lanzarote. Da igual que se llame José Francisco Reyes, Isabel Déniz, Camero, Gladys Acuña y demás fauna. Pero, a mí, mientras me dejara dar mi opinión, muchas veces completamente contraria a la suya, no tenía nada que objetar. Pasó cuando las prospecciones petrolíferas, representantes de Repsol pasaron por la empresa y la línea editorial se alineó a favor mientras que yo estuve radicalmente en contra. Pasó igualmente con la peatonalización de la Avenida de Arrecife. Ellos se posicionaron en contra para ejercer una mayor presión sobre la alcaldesa Eva de Anta y a mí, que era crítico también con Eva, esa medida me pareció buena y la defendí de forma altruista y apasionada.

La empresa tenía su opinión y yo la mía. Y los dos podíamos darla con libertad en el programa. Perfecto, nada que objetar. Y fue así hasta el pasado lunes, cuando Jorge, imitando a Chaplin en el Gran Dictador, abusa de su posición de moderador de la tertulia para faltarme al respeto, llamándome injustamente “sectario” e impedirme a gritos que diera mi opinión sobre algo del Cabildo.

No es la primera vez que Jorge pierde el control cuando cree que se ataca a CC o se pone en riesgo las prebendas de la empresa con alguna administración. Ya en una ocasión insultó en directo a la presidenta del PP, por negarse a pactar con CC para hacer alcalde al nacionalista Echedey Eugenio y presentar una moción de censura a Dolores Corujo para poner de nuevo de presidente a San Ginés. La actitud patética de Jorge se la recriminaron tanto desde la empresa como desde CC. Ese comportamiento, lejos de evitar que Astrid pactara con el PSOE, precipitó más fácilmente el pacto que él no quería.

Jorge Coll hizo saltar por los aires nuestro acuerdo. Quizás creyó estar ante uno de sus lacayos, que por el sueldo y compromisos familiares tienen que aguantar sus abusos para que él siga siendo el hombre de los mandados del JeFe, su gran valedor, el que le garantiza sus ingresos y ha puesto a su cargo todo este emporio para que lo utilice a su gusto ( al gusto del JeFe, of course). Pero no, compañero. Si se incumplen las reglas, se rompe la baraja. Me levanté y abandoné el estudio en pleno directo. Ni un segundo más. Y es para siempre. Así pongo fin a mi participación en Café de Periodistas, 18 años después. No me arrepiento de haberle dicho que sí en 2006. Mucho menos, de haberle dicho que no el pasado lunes de forma contundente y definitiva.

Mientras Jorge emulaba a Chaplin, me vino a la mente una imagen del pasado verano. En Playa Quemada, sobre las cuatro de la tarde. Jorge Coll y Gladys Acuña, cogiditos de la mano, intentaban entrar en el mar ayudándose a esquivar las rocas y las zonas resbaladizas y evitar caerse. Los dos en bañador, al más puro estilo de la película de viejitos “Coocoon”. Mientras, desde la terraza del restaurante El Pescador, el marido de aquella, Blas Martín, con una sonrisa en la cara, y yo, ruborizado, observábamos la caricaturesca imagen. En la pasada campaña, donde coincidían mucho Jorge y Gladys era entrando y saliendo del despacho del JeFe. No sé si todo eso tendrá algo que ver con las expectativas que tiene con el Cabildo y la imposibilidad ya de ser críticos con lo que haga o deje de hacer el nuevo grupo de gobierno del Cabildo. Contra Dolores Corujo y el PSOE era más fácil.

No sé qué debe pensar alguien cuánto alcanza la edad de jubilarse y se da cuenta que ha consagrado su vida profesional a defender corruptos y a ir en contra de los intereses generales de su pueblo. Está claro que somos muy distintos. Y desde el lunes, claramente incompatibles.

Comentarios  

#8 Melquiades 02-05-2024 17:14
Sin una voz discordante, Café de periodistas pasará a llamarse Café de pelotillas.
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#7 Tino 30-04-2024 11:47
Yo al primer papelito,saldría corriendo,mucho aguantaste,ya leíste el libro de Stampa???anda con ojo que esos no son buena gente
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#6 Truman 30-04-2024 10:34
Felicidades Manolo. El único periodista li re que tiene la isla, y de los pocos de Canarias.
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#5 Yo 29-04-2024 15:54
Con gente tan poco democrática hay que cortar por la sano. Él pasará página rápidamente porque los que piensan estar por encima del resto no tienen respeto ni humildad. Como usted bien ha dicho, ni un segundo más.
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#4 Bravo 28-04-2024 19:44
Felicidades Manolo! Lancelot es un medio que debía haber desaparecido ya. Enhorabuena por tu valentía y por plantar cara a la corrupción más burda de los últimos años. Un medio totalmente manipulado por los que han acabado manchando Lanzarote.
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#3 Nesus 28-04-2024 17:42
Totalmente de acuerdo, a pesar de que a veces opinaste de personas sin al menos saber su opinión o el porqué. Pero en este caso, buen artículo.
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#2 Normal 28-04-2024 14:20
No comparto sus opiniones ni comentarios pero usted sobraba en una tertulia donde el nivel de los tertulianos es de no tener 2 dedos de frente ninguno…. Y Jorge bueno da pena.
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#1 Conocido 28-04-2024 00:34
Te felicito Manolo, mucho aguantaste, para mí fuiste el mejor tertuliano de Café de Periodista. Ya no vale la pena ver ese programa. Muy buen artículo.
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