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Las pardelas hablan (1)

Las cosas son como son y acaban manifestándose con toda su crudeza.  Llevamos meses, o años, oyendo en esta isla el ruido mediático donde unos y otros se ponen medallas en su lucha contra la corrupción y a favor de la ley. Unos y otros se despellejan para demostrarles a sus audiencias y lectores de que son capaces de llegar donde no llega nadie. Que no hay informe pericial, del fiscal o imputación judicial que se escape de sus redes de fuentes tan bien trenzadas. Son todos lo más de los más. A ellos, se suman partidos políticos que aseguran que estarán contra esa misma corrupción, contra cualquier atentado ecológico o prevaricación que lleve al sorteo intencionado y perverso de la norma. Son lo mejorcito de lo mejorcito de la huerta periodística y política de este país de corruptos y chorizos. Pero llegó el martes negro, el 8 de septiembre, y las sombras volvieron a ocultar las luces inspiradoras.  Ese día, según nota de prensa de la Guardia Civil del 11 de septiembre,  efectivos de la Benemérita  se desplazaron al Islote Alegranza donde pudieron identificar a 19 personas mientras se encontraban en una playa de la zona con varios toldos, mesas y sillas desplegados, y cocinando presuntamente varios especímenes de Pardela Cenicienta (Calonectris diomedea), catalogada como “Vulnerable” en el Real Decreto 139/2011 para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas.  Sí, 19 personas, un martes de septiembre, disfrutaban del presunto manjar prohibido en lugar protegido  como si se tratara de una playa urbana, con toldos mesas y sillas como cualquier ventorrillo andaluz.

Dice la nota de la Guardia Civil que contaban con una autorización administrativa para fondear con embarcaciones en la Playa del Veril (islote de Alegranza), y que "supuestamente aprovechaban la ocasión para desembarcar en la isla y cazar varios especímenes de Pardela Cenicienta, aprovechando la época de cría de estas aves".   Aclara, además la nota que, "de confirmarse que las muestras tomadas corresponden con la especie descrita, las personas identificadas podrían ser imputadas penalmente como autoras de un delito contra la flora y la fauna, en base al artículo 332 del Código Penal. Además la Guardia Civil ha puesto en conocimiento del Cabildo de Lanzarote estas actuaciones, en previsión de la correspondiente investigación por parte de sus técnicos para que se evalúe el daño originado por estas personas en el islote".  Ejemplar, el comportamiento de la Guardia Civil hasta aquí.  Se cree que se está cometiendo un delito en un lugar, se desplazan los medios necesarios al sitio, se actúa y se comunica con nota de prensa, como hace con el resto de los presuntos delitos en los que actúan.

En cambio, qué hacen los grandes denunciadores , los grandes medios de comunicación insulares y esos excelentes "sabelotodo" que son capaces de llegar a los confines de los secreto sumariales.  ¿Se han perdido  a dos leguas de Lanzarote, en pleno Veril, en Alegranza? ¿Qué ha pasado para que un montón de personas, dos decenas, si contamos el que se tuvo que ausentar antes de llegar la Guardia Civil pasen al anonimato en una isla donde todo se sabe desde que se reúnen más de dos personas?¿Quiénes estaban comiendo pardelas en Alegranza, o ahora nos vendrán con un informe de que eran pollos ( como los de Higinio)?

Todos en Lanzarote tenemos claro que no eran necesitados que en un ataque de hambre desplumaron a los pobres polluelos de la protegida pardela cenicienta. Todos sabemos que quienes estaban allí como en su casa, con sillas y mesas , y toldos y yates, se estaban dando un atracón de pardelas ( ¿o de pollos?) porque ellos pueden hacer lo que les viene en gana. Porque son quiénes son, porque tienen poder y dinero, y las pardelas y las leyes están para comérselas ellos, como siempre. Faltaría más. Y ya verán que se las arreglarán para que las investigaciones se queden en pollos y no en pardelas como se las han arreglado para que los grandes descubridores de la verdad se hayan callado al unísono.  Ni Podemos, ni Somos, ni socialistas  ni populares, ni nacionalistas se han apresurado tampoco a pedir cuentas al Cabildo de ese informe que remitió la Guardia Civil a la corporación.

Hoy  no les voy a decir quiénes estaban allí. Pero sí les voy a decir quiénes no estaban. Se habla de políticos y empresarios. Y los únicos que todos tenemos claro que no estaban allí son dos personas:  el empresario Juan Francisco Rosa y el político Pedro San Ginés. Si hubiesen estado estos dos,  los titulares y gritos mediáticos no hubiesen parado de estamparse en ojos y oídos de todos. Y así no se puede.  

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