
El presidente del Cabildo de Lanzarote, Oswaldo Betancort, ha tenido que ver los resultados de una encuesta propia para darse cuenta que no va por buen camino. Que a pesar de llevar dos años malgastando el dinero de la primera institución de la isla en fiestas, subvenciones, enchufes, viajes por medio mundo y llenándoles la alcancía a los predicadores del “nuevo periodismo insular” que confunden el periodismo de investigación (del que hablan para atacar a la oposición y adorar al gobierno que les unta) con utilizar de referencia (y piedra filosofal) el “glorioso argumentario” presidencial, el alcalde de Arrecife, Jonathan de León, con poco más de un año de político, le supera en valoración y expectativas electorales. Que sus dotes de actor y galán colombino/colombófilo en redes sociales y entrevistas orquestadas no llega más allá de la parroquia a la que mantiene a cuerpo de rey a cargo del Cabildo de Lanzarote. Y eso duele. Y duele mucho. Y, entonces, le dicen que hay que dar un golpe sobre la mesa en los verdaderos problemas que tiene la isla.