PUBLICIDAD

“No hay suelo, no hay suelo”

A veces me despierto sobresaltado porque siento que me ahogo. Que la isla se encoge y se retuerce sobre sí misma para transformar sus llanos andares, de isla oriental de este archipiélago, en las formas montañosas que caracterizan las ínsulas orientales nuestras. Y la culpa la tienen los políticos. ¡Qué raro que los políticos tengan la culpa de algo! ¡Y también de esto, de mis agobios entre oníricos y reales! Pues sí, carajo, la tienen ellos. Y la tienen porque me acuesto cabreado de oírles decir que no hay suelo cada vez que se les pregunta por un colegio nuevo, por un centro de salud adecuado a las necesidades de los vecinos de cada población, o por un simple pabellón o un histórico palacio de congresos que lo es precisamente por no serlo. “No hay suelo, no hay suelo”, repiten los endemoniados beneficiarios del apoyo popular, como si en esa respuesta encontraran la mejor garantía de mantener nómina y prebendas varias.

Debo reconocerles que después de treinta años conociendo políticos, mezclándome con ellos, entrevistándoles y estando de cháchara también con ellos, no les creo absolutamente nada. Sé que les interesan más sus cositas personales que nuestras cositas públicas. Mentira. Rectifico. Sólo les interesan sus cositas personales. Únicamente. Se los digo yo. Y solamente hacen algo porque consideran que para sobrevivir en política, y garantizar sueldo, chófer, viajes gratuitos con dietas de escándalo, y demás prebendas, algo tendrán que aparentar que hacen para engatusar al personal. Digo aparentar, les vale con aparentar, sin necesidad de que nada se concrete. Absolutamente nada. Y Arrecife es un ejemplo de ello. Aunque en Arrecife se han desmantelado todo los resortes públicos que hacen posible que una ciudad funcione, siguen gobernando los mismos. En Arrecife, aunque la corrupción ha sido aireada  y muchos políticos y técnicos fueron condenados, en Arrecife, se mantuvo la fiesta hasta el amanecer  y que siga la fiesta. En Arrecife, se gastan millones en prometer y hacer planes generales y no aprueban ninguno. Arrecife es el paradigma de adónde se llega y hasta dónde se puede llegar en la política solo aparentando, descansando toda actividad política únicamente en el marketing más soez y con el cuentista de turno en el papel  del flautista de Hamelin.    

Y, después, el político o la política (lenguaje inclusivo) de turno recién peinado/a  se escarrancha en un medio de comunicación y cree que han descubierto el elixir del buen político soltando por esa boquita mentirosa que “no hay suelo, no hay suelo” desde que se echa en falta una infraestructura  y, cuanto más básica es la misma, más impostado es el “no hay suelo, no hay”.

Pero, vamos a ver. ¿Quién se está llevando el suelo de nuestra isla? ¿Quién, por dios, quién? ¿Y adónde se lo está llevando? ¿Adónde, díganme adónde, para poder dormir tranquilo? ¡Ah! ¡Que no se lo están llevando! ¡Que suelo sí hay! ¡Que la superficie sigue siendo la misma! ¡Uff, ya respiro más tranquilo! ¿Y entonces por qué no se pueden construir esas infraestructuras? Es que para que se puedan construir tienen que calificarse para ese uso. Los suelos se ordenan para que las ciudades no sean caóticas (para entenderlos, para que no sean como Arrecife). Entonces, los técnicos municipales, basándose en las normas y con lo que los políticos le dicen al oído, cogen un mapa del municipio y se ponen a hacer rayitas (sobre el plano, no sean mal pensados) y aquí hacen un circulo y ponen suelo residencial, allí ponen otro y ponen suelo comercial y más allá ponen otro y le llaman suelo turístico y pegadito ponen otro con el nombre de suelo urbanizable. Entre los círculos ponen unas cuántas rayitas y le llaman carreteras o calles. ¿Qué dónde van los colegios, los centros de salud, el hospital, el campo de fútbol, el palacio de congresos? Pues mira, se les ha vuelto olvidar. Estaban tan entusiasmados con meter los terrenos de don no sé quién en suelo comercial, y los de don no sé cuánto en suelo turístico y los del don pariente del otro don en suelo turístico que esas cosas se les han pasado.

¿Solución? Sencillo, volvemos a la matraca del “no hay suelo, no hay suelo” con el añadido de “estamos haciendo un nuevo plan donde hay reservados  millones de metros cuadrados  para escuelas, hospital, centros de salud, nuevo cuartel de la policía local, nuevo pabellón, palacio de congresos, todo perfectamente distribuidos por todo el municipio”. Y ese plan en ciernes “protoplan  o plan mañana lo aprobamos”,  en Arrecife, por ejemplo, lleva más de 20 años haciéndose, ha costado millones de euros  y sigue sin aprobarse, porque siempre falta (que tiene las mismas letras que fatal) darle la vuelta definitiva, que es la que nunca llega. Aun así, y a pesar de todos los costes y daños que produce a la ciudad, ahí siguen viviendo del cuento los mismos políticos y sus parientes cercanos, con las mismas siglas y las mismas prebendas y hasta el mismo coche.

 ¿Qué me dice? “¡Ah,  Sí claro, pero es que no hay suelo, no hay suelo!”.        

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar