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Echedey/Astrid, ¿de problema a solución?

 

Se encontraron en el camino sin buscarse. Y han recorrido caminos parecidos, en momentos distintos.

Los dos fueron consejeros delegados de los CACT, empresa que marca el carácter por su trascendencia económica y pilar en el refuerzo de la imagen de la isla. Además, compitieron por la Alcaldía de Arrecife en 2019 y el que ganó las elecciones, Echedey Eugenio Felipe, 9 concejales, no fue el alcalde, mientras que la segunda más votada, Astrid Pérez Batista, 6 concejales, ha conseguido conquistar el cargo y permanecer en él, aun rompiendo el pacto con sus primeros socios, los socialistas encabezados en las elecciones por Eva de Anta, 5 concejales, que tuvo que abandonar el Ayuntamiento desde el primer momento, y ceder los bártulos del PSOE a José Alfredo Mendoza, desde el minuto uno, por su manifiesta enemistad con la líder del PP lanzaroteño desde 2008.

 

A cuatro concejales de ser alcalde

Ahora gobiernan juntos. Y parecía imposible que lo hicieran. Echedey soñó con ser alcalde y estuvo a cuatro concejales de serlo y por mayoría absoluta. Pero se quedó a cuatro concejales, todo un mundo cuando se trata de pactar y estás rodeado o de enemigos o de gente que aspira a lo mismo que tú. Hasta ese momento, Astrid y Echedey eran dos perfectos desconocidos que se movían en los mismos ambientes. No se les conoce encontronazos previos. Los dos estaban más ocupados en contener la furia roja que en romper puentes entre miembros de dos partidos que pescan en el mismo caladero y que muchas veces acaban compartiendo gobiernos o fatigas.

En el previo de las pasadas elecciones, incluso en plena campaña, cuando todavía Echedey era un gallo tapado, las cuentas que  se  hacía en los comités de campaña de los partidos y las mesas de las redacciones de analistas políticos era que la suma de CC+PP alejaba al PSOE de los gobiernos del Cabildo y del Ayuntamiento de Arrecife. Era, además, el objetivo que parecía que tenían ambos partidos de centro derecha. Aunque la ola del PSOE, no lo hacía nada fácil. Pero, mira por donde, los dados electorales bendijeron los sueños de populares y nacionalistas y los puso delante de sus propias miserias como único hándicap para alcanzarlos.

Echedey Eugenio y Pedro San Ginés trabajaron codo a codo para conseguir ese objetivo. Urdieron una estrategia, apoyada en reconocibles inversiones del Cabildo en los necesitados barrios capitalinos, para torcer la voluntad del cártel que forman sus enemigos. Y lo consiguieron, la suma es buena. 15 de 25 en Arrecife, mayoría absoluta; 12 de 23 en el Cabildo, mayoría absoluta, aunque habría que firmar una moción de censura porque 169 votos más pusieron a Dolores Corujo (PSOE) como presidenta por elección directa. ¡Estaba, tíos! Estaban los números, salían las cuentas. Se trataba solo de dejar al sentido común al mando.

 Al más puro estilo de Pimpinela

Pero no, desde el principio, ambos se equivocaron. Astrid vio la posibilidad de independizarse de su hermano mayor y  Echedey quedó obnubilado con su gran resultado electoral. Y, entonces, al más puro estilo de Pimpinela, empezaron a cantarse las cuarenta, a confesarse la desconfianza y convertirse en blancos mutuos de sus bilis embriagadas de poder o afectadas por el síndrome de abstinencia del mismo. Aquello, viendo la toma de posesión de Astrid como alcaldesa y la entonación de la canción triste y rabiosa de Echedey en el primer pleno, parecía irreconciliable. Que no podrían hacer nada juntos, salvo pelearse a mandíbula batiente. Y así estuvieron, mientras Astrid se paseaba por el Consistorio al lado del socialista José Alfredo con más desgana que triunfalismo. Echedey siguió haciendo cábalas. Y más números. Llegó a pensar en romper el grupo de gobierno arrastrando hacía sí a los tres concejales de Lanzarote en Pie, en la oposición con él, y camelar a los dos de Nueva Canarias- Somos, mejorando su posición en un hipotético gobierno presidido por él. Echedey suma sus 9 a los 3 de Lanzarote en Pie y los 2 (también da solo con 1) de Nueva Canarias-Somos y ya está. Pero eso es una quimera, como lo fue querer ser alcalde al principio del mandato, por mucho que fuera, con diferencia, el más votado.

Echedey, de compartiendo introvertido y acostumbrado a pensar sus cosas en solitario, llegó al final a la conclusión buena, que le sacaba del ostracismo y lo devolvía al mundo de los posible. Entendió que el primer paso era romper el pacto del PSOE y el PP, los dos socios necesarios y suficientes, uno u otro, de CC para gobernar en este escenario donde las mayorías absolutas son las grandes ausentes. Entendió que Astrid tendría que ser la alcaldesa hasta el final pero que tendría que serlo con CC apoyándola. Aunque a él se le reventaran los pulmones sumergido en ese ambiente que no le gusta nada. Se puso a practicar la apnea política y se alinearon los astros y se rompió el pacto de socialistas con populares que abría la puerta para un futuro mejor. Y entró a formar parte del gobierno de Astrid, con  su mirada puesta en el 2023, mientras sus compañeros cogían áreas de gobierno y sueldo público. Con la tropa contenta y bien alimentada, las rebeliones no existen.

Del PSOE a CC y tiro porque me toca

 Astrid cambió a un grupo socialista con muy pocos concejales (5), escaso nivel político y con quien no se entendía por un grupo nacionalista más numeroso que el de ella (8), con concejales con experiencia en el Ayuntamiento y un líder, Echedey, que le caía enormemente antipático. Astrid ve reflejada en la cara de Echedey todos sus males. Sentirlo cerca, la pone nerviosa, la agobia, la asusta. Es lo más parecido al hombre de la guadaña que viene a cercenarle su vínculo con la Alcaldía. La cosa, entonces, parece que no tiene futuro. Que Echedey y Astrid lo único que pueden hacer juntos es pelearse por conseguir la misma cosa. Ya saben, esa cancioncita de tuya, mía, tuya, mía.

Pero el tiempo va pasando y las neuronas, a presión, dejan que su elasticidad aumente la creatividad. Astrid, cual Hamlet, se recorre las esquinas y los cuartos del Consistorio y no encuentra respuesta para el 2023. Ella y yo sabemos que ganará las elecciones, que será la más votada pero, entonces, se convertirá en la Echedey de este curso político, y socialistas y nacionalistas encontrarán un escape por la puerta de atrás. Como ya hicieron los socialistas con ella y su PP en este mandato. Además, sabe que Echedey se ha hecho fuerte en CC al lado de Migdalia, y que quiere que el candidato del Cabildo pueda ser un número dos del partido que haga falta para gobernar Arrecife. Echedey se queda en Arrecife y sigue con su sueño de ser alcalde y, ahora, ya lo concibe como un objetivo alcanzable. Entonces, Astrid se da cuenta que no se puede desprender de Echedey. No a corto plazo. Sus mensajes a los popes de CC para que lo dejaran fuera, le han dejado claro que el único pope con mando en plaza de los nacionalistas es el propio Echedey.

La superviviente

Y, entonces, Astrid, que es una superviviente política, con más vidas que un gato, cayó (de pie) en cómo podía conseguir su mejor cosecha aprovechando el ahínco de Echedey por ser alcalde de Arrecife. Astrid tiene claro que tiene más recorrido y menos quebraderos de cabeza ser presidenta del Cabildo que repetir como alcaldesa. Astrid sabe que viene ola popular y que su trabajo en Arrecife le pondrá sus votitos también en su saca. Y, sobre todo, sabe que podría revertir su relación con CC, siendo ella ahora la presidenta y el candidato nacionalista su vicepresidente. Le da lo mismo que sea Oswaldo, o que sea Migdalia. Siempre y cuando sea ella la presidenta. Ahora, Echedey ya no ve tan mal a Astrid, empieza a respirar a su lado, se acabó el tiempo de apnea.  Y, Astrid se ve reinventada y con unos años más al frente del PP lanzaroteño y en la primera línea de la política insular. Son cábalas, pero están dando los pasos para que dejen de serlo. Les garantizo que no es un análisis fantástico. Sobre estos railes de ida y vuelta del Cabildo al Ayuntamiento, y tiro porque me toca, se están balanceando los políticos en estos momentos. Que les salga o no, que se atrevan finalmente a dar el salto o no, no se los puedo confiar. Pero sí les puedo decir que tiene más recorrido político esta jugada, a doble tablero, que esperar al resultado electoral para encontrarse, de bruces, con los mismos problemas que en esta. Así sea.

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