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El autostopista político

Saben adónde van pero no con quién. Y no les importa mucho. Se tiran a la vida política de la misma forma que el autostopista afronta la carretera.

Sin nada, solo con ellos mismos. Sin complejos y sabiendo que hay que estar en fecha y hora en el lugar previsto. La cosa aquí consiste en llegar al 28 de mayo de 2023 bien colocadito en una lista que dé garantías de conquistar cargo público con todas sus prebendas y más. En caso de que se les acerque uno de esos micropartidos (dícese del partido en el que todos sus afiliados y votantes caben en un microbús) que no tienen opciones de nada, hacen lo mismo que el autostopista en la carretera cuando les para un coche con conductor rarito o de porte sospechoso: “Que no cristiano, que no, que no, que yo no voy para Cádiz”. Y siguen caminando.

Un ejemplo representativo de autostopista político de manual es el doctor que cobra de doctor hasta sin aparecer por la consulta. Está claro qué es lo más que le gusta a Juan Manuel Sosa de su profesión, sin lo que no podría vivir igual de bien. Pues el personaje podría ser usado como una imagen más que simbólica del autostopista político. Cuando se decidió a meterse en política de lleno, porque él realmente siempre dijo que era de CC para ocupar carguitos en la Sanidad Pública, se pasó en la misma semana por el PSOE, el PP y Nueva Canarias. Y acabó en Nueva Canarias ( ¡De chiquita se salvó el PP) y salió elegido consejero del Cabildo de Lanzarote.

Pero el problema de Sosa es que está tan enganchado a esto del autostop político que hace dedo hasta desde dentro del coche que lo lleva. Y si para uno mejor, pues se monta. Y eso fue lo que hizo para dejar a Armando Santana y sus canaristas y pasarse al cochazo de Pedro San Ginés con todos los derechos. Lo que no se esperaba CC es que, desde que su vehículo en el Cabildo aflojó la marcha, Sosa saltara a la carretera y de allí al flamante coche del PSOE que ya tenía mando en plaza en el Cabildo la socialista Dolores Corujo. ¿Le dará la opción el PSOE a Sosa de saltar en marcha de nuevo si las cosas no le van bien en el Cabildo, lo aparcarán ya definitivamente después de la rocambolesca historia que han vivido con él? Veremos. Las carreteras políticas son tan anchas como Castilla. Y bien que lo saben Sosa y el PSOE.

Aunque Sosa es un caso de manual perfeccionado por su avaricia política (¿Sólo política?), en estos momentos la carretera política está llena de autostopistas y poco a poco se irán destapando, a medida que los partidos vayan comunicando sus candidatos y listas. Una que podría parecerlo es Rita Hernández, que se bajó de CC para subirse al PP, que la lleva de candidata a Teguise. Pero no está del todo claro si atendemos a la explicación que ella ha repetido hasta la saciedad estos días en los medios de comunicación. Rita, que está entre la cantaora y la de que “lo que se da no se quita”, ha dicho que ha aceptado porque Astrid Pérez lleva años detrás pidiéndole que se sume al proyecto popular. Y que ahora ha creído ella que era el momento. La imagen, si la pasamos a la carretera, sería tan simpática como la excusa que pone la señora Hernández para volver a la política activa. Sería como que uno va por la calle y le va siguiendo un coche permanentemente. Vas a la compra, y aparece ese coche. Vas al cine, y aparece ese coche. Vas a cualquier lado, y aparece ese coche. Está claro que eso no es hacer autostop. Lo que no está tan claro es que uno deba subirse a un coche que le viene siguiendo, de esa forma, día tras día, a todos los lados. Hay quien hubiese optado por llamar a la policía. Pero Rita sabrá en que coche se sube, que para eso pertenece al sector de los coches de alquiler como empresaria autónoma.

Tampoco se podría llamar autostopista al alcalde de Yaiza. Aunque en ese afán de probar en carne propia lo que es un doblete, esté subiéndose en varios coches de otros partidos para ver qué le conviene más. Aunque él tiene coche propio, el UPY, no hay que olvidar tampoco que no tiene carnet de conducir y que en la ya próxima revisión de ITV le pueden marcar un par de defectillos mecánicos, pero nada hace presagiar que no le den la pegatina para que siga circulando, aunque sea con 300 afiliados menos y una carajera de mucho cuidado. Y eso pasa cuando se tiene cuatro años metido el coche colectivo en el garaje, sin usarlo ni dejarlo usar, y ahora lo quiere usar uno solo para fardar, ante los pretendientes que van saliendo, para dar un garbeo por el Cabildo.

El que estuvo también practicando autostop a escondidas, con nocturnidad y alevosía, fue el propio Oswaldo. No se sabe si para mosquear a los suyos y que se alinearan como planetas con sus intenciones o practicando para salir pitando si la cosa no iba como él quería. Ahora parece que tiene la cosa más clara y ya no saldrá sin su automóvil nacionalista ni a comprar fósforos al piso de abajo.

También los hay que tienen la mochila preparada en casa para tirarse a hacer dedo desde que le comuniquen que no caben en la lista que están ahora. El caso de Ángel Domínguez es ligeramente distinto. Da la impresión de que él ya tiene asiento confirmado al lado de Noda, vaya o no vaya en la lista.

Seguro que todos ustedes tienen a un autostopista en mente. Pasado y futuro. Los autostopistas no entienden de presente. Ese es solo el pequeño periodo de tiempo que tardan de ir de un sitio a otro. Del que están al que quieren estar. Y a eso se aplican en estos momentos. Está demasiado cerca la cita electoral como para que ellos se dediquen a preparar truchas y cantar villancicos en casa. Ya los iremos viendo.

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