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El Arrecife de las personas

La nueva corporación de Arrecife ha abierto unas nuevas expectativas para la capital de la isla. El hecho de que abandonaran el Ayuntamiento los concejales con más experiencia de los  partidos políticos que conforman el grupo de gobierno, inicialmente se vivió como la constatación de la renuncia del PP y CC a trabajar seriamente por la ciudad. Como que tiraban la toalla ante las enormes dificultades que se presentan, de forma espontánea (¿o intencionada?), en el Ayuntamiento y alrededores administrativos cuando se quiere hacer algo. La salida de Astrid Pérez, el mayor talento político y la persona más experimentada del Ayuntamiento, que el expresidente del Cabildo Pedro San Ginés, hombre también experimentado y de acción, ni tan siquiera tomara posesión de su cargo de concejal o que ex alcalde socialista José Montelongo, ahora ganado para la causa por los nacionalista, saliera corriendo para Esscan sin pensarlo dos veces cuando le dijeron el sueldo que tendría, creaba cierta desazón. Pero no, parece que han sabido encontrar una oportunidad donde solo aparecía desolación.

La pareja que forman el popular Yonathan de León y el nacionalista Echedey Eugenio, alcalde y teniente de alcalde, respectivamente, está consiguiendo llegar a la gente. Las fiestas de San Ginés fueron una buena oportunidad, que tampoco dejaron pasar, para mostrarse unidos, ilusionados y con ganas de poner a Arrecife en marcha. Son dos hombres acostumbrados a caminar tiesos, su mediana altura se los exige para hacerse ver, de buscarse caminos en la maraña de intereses que pueblan las organizaciones políticas y aprovechar sus oportunidades. De verlas y lucharlas. Es bueno también que Echedey, tres años mayor que Yonathan, ambos orbitando sobre los cuarenta años, tenga un poco más de experiencia que el alcalde. A Echedey no le gusta ser el número dos, pero lo lleva mejor si es una oportunidad para ser algún día el número uno, se le trata de igual a igual y él llega a creerse que el verdadero líder de todo es él. Además, las elecciones le han dado una cura de humildad, después de pasar cuatro años reclamando que se le tratara como el ganador de las elecciones, cuando el que gobierna es el que consigue el apoyo mayoritario de los concejales. En esta ocasión, no tiene dudas. El alcalde sacó más votos que él, aunque fuera Astrid la que encabezó la candidatura y comprobó que las perretas infantiles no dan más votos sino más dolores de cabeza.

Confiar en la gente para crecer

En ese ambiente que se respira, donde se vislumbra que un cambio positivo es posible en Arrecife, gracias también a la sal que le mete Severino con sus notitas y magias caseras (¡cuidado con el salero!), me atrevo a recomendarles que apuesten por el Arrecife de las personas. Donde no solo se trata de dinamizar, enorgullecer y empoderar a los vecinos de Arrecife, sino también en dar opciones para que la gente quiera vivir en Arrecife y realmente se pueda vivir en Arrecife. Utilizar esa demanda de viviendas y esa necesidad de encontrar un espacio de calidad para vivir como motor de la ciudad. Allí donde hay gente, los negocios aparecen casi de forma espontánea. La vida de las personas se basa en atender sus necesidades y las de otras personas. No hay más negocios que esos.

Arrecife ya ha comprobado, por ejemplo, que darle todas las facilidades a las empresas de Miguel Morales y Paco González para que hagan dinero a mansalva con el mayor centro comercial de la isla, lejos de dinamizar el centro histórico lo acogota de mala manera. Los miles de usuarios del Open Mall ponen en marcha las cajas registradoras de los negocios que hacen más ricos a esos empresarios pero no ejerce ningún efecto de arrastre en las calles Real, Hermanos Zerolo, Fajardo y adyacentes. La única manera de activar el centro, que no solo se muere comercialmente sino que se abandona irremediablemente por su población, es con un plan de rehabilitación de sus edificios. Arrecife tendría un futuro prometedor convirtiéndose en la ciudad de Lanzarote al más puro estilo clásico: donde vive la gente.

Tienen que arbitrarse medidas que permitan que esas casas que llevan vacías años, abandonadas y llenas de ratas, se transformen en viviendas de calidad, con edificios nuevos, con rehabilitaciones, con lo que sea. Que el centro recupere su potencial residencial, que se equipe para ser un lugar tranquilo, limpio seguro, peatonalizado. El levantarse viendo el Charco de San Ginés o la espectacular marina de Arrecife no es baladí. Hay que hacer Arrecife bonito para la gente, hay que despertar el deseo de la gente por vivir en Arrecife. Hay que reconquistar el espacio más noble de la ciudad  y ponerla a los niveles de calidad y confort de Oviedo o Vitoria, guardando las diferencias pero siendo igual de exigentes. No se empeñen en luchas perdidas, emprendan una enormemente bonita: convocar a la gente, darle a la gente una oportunidad para empezar una vida en un lugar donde ser felices.

Uno de los grandes déficits del Lanzarote actual es la vivienda. En cambio, las principales e históricas calles de Arrecife están llenas de casas vacías. Llenas de casas vacías. Si consiguen atraer a la gente, aumentar la población con un plan especial de rehabilitación del centro de Arrecife, los negocios vendrán solos. ¿O conocen ustedes alguna ciudad dinamizada donde no aparezcan por todos lados bares, restaurantes, librerías, supermercados, oficinas y tantos más negocios?

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