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Hoy no comemos con Isabel

Todo parece indicar que el próximo miércoles quedará visto para sentencia el juicio sobre las presuntas corruptelas llevadas a cabo en Arrecife durante los años 2000-2007, periodo en el que fue alcaldesa de la ciudad la insularista Isabel Déniz de León. La propia Isabel, su líder y promotor (presidente del PIL), Dimas Martín, al que quiso tanto al principio como denostó al final,  el secretario de la corporación en ese momento, Felipe Fernández Camero, que se convirtió en su amigo, y el jefe de la Oficina Técnica, Rafael Arrocha, entre otros técnicos, le acompañan en el banquillo.

He estado siguiendo sin especial pasión lo que se publica sobre el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Las Palmas. Entre otras cosas porque digan lo que digan, se demuestre lo que se demuestre, inculpen o condenen a quienes condenen, todos en Lanzarote, más quienes más cerca estábamos del foco político y mediático, sabíamos qué se estaba haciendo en Lanzarote, en las instituciones, desde la segunda mitad de los años 90, aunque también antes. ¿O creen ustedes que la actual situación de Inalsa,  el “hiperenchufismo” que justifica más del 90% de la contratación pública de esos años, los excelentes “derechos” consolidados por trabajadores públicos que no saben lo que es un “concurso oposición” ni cosa que se parezca, la riqueza de la que presumen muchos políticos y ex políticos locales provienen de otra cosa? Por supuesto que es cierto lo que declara Isabel Déniz en el juicio: “Era normal esos años que los proveedores de las instituciones nos hicieran regalos a los políticos”. Y es cierto, totalmente cierto. Y normal, totalmente normal. Casi todos los alcaldes y muchos concejales y consejeros recibían regalos en esa época. Algunos hasta se iban de burdeles con los proveedores y hasta a Cuba, sin querer decir que una cosa tuviera nada que ver con la otra. Pero, claro, lo que se espera de una alcaldesa de la categoría profesional, de formación universitaria brillante (aunque fuera en Químicas y no en Derecho) y de la brillantez intelectual de Déniz de León es que supiera diferenciar entre “normal” y “legal”. Verbi gratia, es normal que uno se salte algún stop, conducir con alguna copita encima, que intente no declarar aquello que no se ve, pero todos sabemos que es ilegal.

Desgraciadamente para Lanzarote, Isabel Déniz de León no fue una excepción en la política lanzaroteña. Sin adelantarme al resultado del juicio, tenemos muchos más  que han sido juzgados, unos condenados y otros no, que demuestran aquello de que los regalos no solo le gustaban a Isabel. Solo hay que ver el tren de vida que llevaban nuestros políticos y las fortunas que han amasado muchos de ellos para saber que creyeron que la administración pública era su empresa personal. Aquí parecía que cobraba todo el mundo: unos por hacer, otros por dejar hacer, otros más por ayudar a hacer y otros más por jurar que no se hacía nada malo. Y no todos eran políticos. Ni empresarios. Ni funcionarios. Aunque estos eran la punta de lanza, como ya se ha visto en las piezas separadas del caso Unión y otros juicios. Pero sigo empeñado en dejarles claro que hay que mirar las fortunas de los políticos que estuvieron en esas épocas (y alguno actual tampoco supera la prueba del algodón), las casas que tienen, los viajes que han hecho, donde estudiaron sus hijos y dónde trabajan para que sepan qué han hecho unos y los otros. Los juicios solo nos demuestran que a unos los denunciaron. Pero el delito consiste en llevarse para casa lo que no es tuyo, lo que es de todos. Y eso se refleja mejor en el patrimonio de los delincuentes que en sus caras sometidas a carísimas sesiones de rayos UVA.   

Vi a Isabel Déniz por primera vez en mi vida en el acto posterior a la toma de posesión de los consejeros del Cabildo del mandato 1991-1995. Ella era una de los 12 consejeros/as que sacó Dimas Martín para ser presidente por primera vez, con la última mayoría absoluta  (12 de 21) que se ha dado en la institución. Fue poco tiempo consejera, Dimas Martín la propuso como directora general de Vivienda del Gobierno de Canarias y se marchó para allá hasta que el PIL sufrió su primera crisis en 1993 y ella apostó por quedarse al lado de Dimas Martín, renunciando a permanecer en el Gobierno de Canarias, aunque ya había sido condenado y retirado de presidente del Cabildo. Era un pilar básico del PIL y de Dimas. Y era una persona realmente impresionante en aquel circo político dominado todavía casi exclusivamente por los hombres, donde “payasos y equilibristas” resaltaban más la imagen de una mujer elegante, con don de gente, bien formada académicamente y con una oratoria a años luz de los demás políticos, aunque muy distinta del populismo descarnado y mayoritario de Dimas Martín. Estaba llamada a ser una figura relevante. Y lo fue. En 1996, al fallecer el que era en esos momentos presidente del PIL, Juan Jesús González Herrera, en medio de una rueda de prensa, de un infarto, le sustituyó como diputado regional y demostró en la Cámara del Parlamento de Canarias todo lo que yo ya había visto antes. Fue la candidata a la Alcaldía de Arrecife en 1999 y solo tuvo que esperar a que el PSOE echara de menos al PIL para que rompieran su pacto con CC y dejaran caer a la nacionalista Manuela Armas para sustituirla por ella en la Alcaldía. 

Ya era alcaldesa de Arrecife y lo fue hasta el 2007, donde se presentó por CC, después de romper con el PIL, cansada de recibir cartas de Dimas Martín desde la cárcel exigiéndole una cosa y la contraria y convencida de que era ya la Califa y no del Califa. Pero se equivocó, recibió un varapalo espantoso y se acabó su estrella. El PIL siguió gobernando un par de años más, con el presidente del Cabildo que tanto le gustaba al PIL, el socialista Enrique Pérez Parrilla, ahora de alcalde, con Antón Hernández como teniente de alcalde en representación del PIL. Isabel vivió con especial alegría el mayo del 2009, cuando estalló la Operación Unión y se llevó por delante a su ahora odiado ex líder  y “a todos sus títeres”. Aprovechó para reivindicarse y justificar su salida del PIL por todas esas atrocidades. Alegría que le desapareció de un plumazo cuando unos meses más tarde, ya en la primavera de 2010, un chivatazo le anunció que la iban a detener de inmediato.

Desde 2010 hasta ahora, durante 13 largos años, seguramente muchos más largos para Isabel que para muchos otros, Isabel ha vivido su propio calvario. El tener que salir de la cárcel para ir esposada al entierro de su madre será una imagen que ni ella ni muchos olvidaremos. Fue quizás la mayor crueldad que se le hizo. Innecesaria a todas luces. La degradación física y social ha sido apreciable. Cuesta imaginarse a aquella Isabel impresionante que vi hace más de treinta años destacando orgullosa entre sus compañeros de corporación del Cabildo, en la que veo ahora declarar entre asustada y cauta en la corte judicial donde ella es una de las acusadas. Con aspecto de víctima, pero con cargos de acusada.

En siete años de gobierno, el segundo mayor periodo de un alcalde en democracia en Arrecife, Isabel Déniz cultivó una imagen personal que levantó más envidias y celos que atracción popular. Su natural elegancia, exaltada con bolsos y relojes caros y con tratamientos habituales de belleza, despertaban los recelos que no dejaban ver su gestión, que la hubo. Y mira por donde, fue precisamente ese regusto por el figureo, el lujo y la belleza lo que, al parecer, supieron usar sus “proveedores” para captarla para su causa.

Toda una pena, tenía madera para ser una buena política, de las recordables. Pero se dejó llevar más por la mano de barniz.

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