Sopa y seco
- Alex Salebe Rodríguez
Además de ser un alimento muy presente en la mesa de familias latinoamericanas, un plato de caldo e ingredientes cocidos con él y otro plato de arroz blanco que acompaña a manera de guarnición, sopa y seco es un dicho popular que usamos en el Caribe colombiano para expresar que una persona le da cátedra a otra sobre un tema concreto, es decir, darle un repaso dialéctico en toda regla.
Fue lo que hizo el presidente de Colombia, Gustavo Petro, con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, en la crisis diplomática de hace una semana cuando el primer presidente de la historia de USA declarado culpable de 34 delitos pretendía enviar dos aviones militares repletos de colombianos deportados y Petro negó su ingreso al país por su traslado con trato de delincuentes.
En la mismísima red social (X) del principal asesor del presidente estadounidense, Petro le metió un correctivo de campanillas a Trump, le dio sopa y seco con argumentos y datos históricos, retándolo además a que le diera un golpe de Estado. La negativa de Colombia a recibir a sus nacionales encadenados de pies y manos provocó la ira del magnate neoyorquino, de familia de inmigrantes, su madre era escocesa y su abuelo paterno de origen alemán, que amenazó a Colombia con aranceles del 25% sobre todos los bienes que entraran a USA, revocación de visas a funcionarios colombianos, prohibición de visas a simpatizantes de Petro e inspecciones reforzadas a los ciudadanos colombianos en inmigración, entre otras sanciones, y alardeando que solo era el principio.
Colombia, que nunca se negó a recibir a las personas que permanecían en USA en situación administrativa irregular, sí exigió que su traslado fuese en condiciones decentes, así que el Gobierno envió aviones para su retorno y los inmigrantes ya están en su país. De esta forma se resolvió la crisis diplomática y la imposición de medidas unilaterales quedó en amenazas. La propuesta de Colombia es un diálogo de tú a tú, negociar y firmar acuerdos con USA o cualquier nación en pie de igualdad, y esto ya sienta un precedente.
El ejemplo de dignidad de Petro, como también lo está dando en México la presidenta Claudia Sheinbaum ante el fenómeno migratorio y las tensiones por el control de la frontera, y también Canadá que eleva el tono de voz ante las amenazas expansionistas territoriales del inquilino de la Casa Blanca, extraña en Colombia, acostumbrada la nación suramericana a una postura tradicionalmente sumisa y acomplejada, del sí incondicional a su “amo”, y habituada durante 213 años a gobiernos corruptos defensores del capital plegados a los intereses económicos del Tío Sam, a quien regalaban recursos naturales del país a cambio de prebendas.
Y claro que asombra la postura contundente de un estadista respetado en foros internacionales como Gustavo Petro por su liderazgo en la lucha contra el cambio climático y el tráfico de drogas si el país venía siendo timoneado y timado por la marioneta Iván Duque. No olvidemos que los efectos del cambio climático es una de las grandes causas de la movilidad humana a nivel global.
Creo que a Colombia le ha venido bien esta crisis diplomática por varias razones. La primera, y más importante, para confirmar, por si había dudas, quiénes están del lado de los intereses del país, de la mayoría de colombianos y colombianas, y quiénes solo buscan fortalecer sus intereses personales y económicos y abrir camino a sus ambiciones políticas.
La derecha narcoparamilitar que encabeza Álvaro Uribe Vélez, en su defensa incoherente a Trump, dio el gran patinazo y con caída de jeta. Politiqueros derrotados en las urnas por Petro se jactan de decir que el presidente puso en jaque la economía del país obviando que las profundas desigualdades sociales son una terrible herencia de dos siglos de su rapiña politiquera sin compasión.
Y quedan aún más en evidencia argumentando ahora que las sanciones económicas de USA, “por culpa de Petro”, serían la ruina y el ¡apaga y vámonos! para Colombia, mientras señalan al socialismo latinoamericano y a las “dictaduras” como principales culpables de los problemas económicos y de desarrollo de las naciones, evitando mencionar las medidas coercitivas asfixiantes y el bloqueo económico aplicado por USA a países como Cuba y Venezuela, tanto por gobiernos demócratas como republicanos, no es solo asunto de Trump.
La realidad es que en su discurso terminan admitiendo que las sanciones económicas y las trabas para el intercambio comercial sí que suponen un golpe durísimo a la estructura social de cualquier país, aparte de que son herramientas para intentar tumbar gobiernos incómodos.
Por otro lado, no ponerse de lado de la defensa de Colombia denota el complejo de una clase que se cree superior y antepone sus “privilegios” al conjunto de la sociedad. En Barranquilla, la urbe más importante del Caribe colombiano, una ciudad que gran parte de su desarrollo se lo debe a la inmigración, nos encontramos con descendientes de la inmigración que reniegan del fenómeno migratorio y piden la expulsión de compatriotas en las condiciones que sean desde su cómodo sofá, y todo porque ellos y ellas, personas “pudientes”, tienen visa para viajar a Disney World o comprar en los mall más grandes de Miami. Yo miro mi apellido, de origen árabe, o miro los apellidos del actual alcalde (Char Chaljub). El solo desconocimiento de dónde venimos los retrata.
Y si hablamos de inmigración irregular, nadie puede esconder que la precariedad laboral de extranjeros sin papeles en USA y Europa contribuye a suplir mano de obra faltante y generar riqueza a empresas que contratan inmigrantes ahorrando costes de seguridad social. ¿Qué están haciendo los gobiernos para afrontar esta realidad?
De la misiva de Petro a Trump rescato algunas frases: “no me gusta su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia” / “No quiero esclavistas al lado de Colombia, ya tuvimos muchos y nos liberamos” / “Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo” / “En Colombia está el primer territorio libre de América, antes de Washington, de toda la América, allí me cobijo en sus cantos africanos”.
Benjamín Franklin se opuso a la designación del águila calva como ave insignia de USA, ya que a pesar de simbolizar el poder, la audacia y la autoridad, Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, sostenía que era un ave de poca moral, que robaba comida a otros animales y huía cuando lo acechaban otros pájaros. El águila calva no es un gran depredador, más bien un gran oportunista. La designación como ave insignia fue en 1782, pero igual parece fechada el 20 de enero de 2025.