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Situación económica española, la cara (1)

Las sociedades modernas son complejas y albergan contradicciones sociales, desigualdades y muchos retos que afrontar y problemas que resolver. Viven etapas de avances y otras de claro retroceso. Con momentos de crisis que la sacuden y elevan los sufrimientos de mucha gente, como ocurrió con la financiera de 2008 y, en menor medida, porque funcionó mejor el escudo social, en la pandemia de 2020. En el caso del Estado español, sin lanzar las campanas al vuelo, la etapa reciente es globalmente positiva. Organismos internacionales y expertos coinciden, además, en que se persistirá en este 2025 recién iniciado en la línea mantenida en los últimos años, marcada por el importante crecimiento económico y una fuerte generación de empleo.

Con datos, como los correspondientes al pasado año 2024, que le sitúan a la cabeza de incremento del PIB en los estados de la Unión Europea (UE), coincidiendo con una importante crisis en Alemania y pequeños aumentos en las economías de Francia o Italia. Con una significativa creación de empleo, acumulando ya cuatro años seguidos en que se reduce significativamente el paro. Sin embargo, esa positiva realidad, en el PIB y en el empleo, parece que resulta opacada por el enorme ruido que genera la crispación, la generación de bulos y la judicialización de la vida política.

Hay, sin duda, déficits y problemas pendientes (desde los referidos a la calidad del empleo a las enormes dificultades para acceder a una vivienda digna en condiciones razonables y justas, así como en los servicios públicos), pero el panorama está bastante alejado del catastrofismo que tratan de vender las derechas políticas, económicas y mediáticas. El mismo catastrofismo que los llevó a augurar apocalípticos resultados de la aplicación de la reforma laboral o de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), con destrucción de empresas y masiva pérdida de empleos que no se produjeron en modo alguno. Y que ahora repiten respecto a los efectos que tendrá la reducción a 37,5 horas semanales de la jornada laboral o el nuevo incremento del 4% del SMI, pactado por el Ejecutivo y UGT y CCOO, medidas a las que se opone la patronal.

Los datos económicos del pasado año 2024 son claramente positivos. Con un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español del 3,2%, con cifras aun provisionales, superior a las previsiones establecidas por el Gobierno estatal. En su último trimestre la economía continuó la senda de crecimiento, superando las previsiones iniciales, lo que Funcas atribuye, entre otros factores, a mejoras en la situación del sector industrial y del sector servicios, este último en indicadores como las pernoctaciones o la llegada de turistas.

Ese crecimiento del PIB triplica al que se produjo en la zona euro y es muy superior al de las grandes economías de la Unión Europea. Alemania -lastrada por los costes energéticos, al no poder acceder al más barato gas ruso, y la fuerte competencia china a su industria del automóvil-, que se contrae en términos interanuales un 0,2%, Francia, que crece un 1%, e Italia, que aumenta apenas un 0,4% interanual.

El crecimiento económico de España tras los estragos causados por la pandemia de la Covid 19, de cuyo inicio se cumplen estos días cinco años, va acompañado de un importante repunte en población, no basado en la natalidad, sino en la llegada de personas inmigrantes, procedentes de América Latina, casi un 60% y de otros estados europeos (17%); cifras menores de África, con Marruecos a la cabeza.

Migrantes que se encuentran desigualmente distribuidos en el conjunto de las nacionalidades y regiones, con Cataluña y Madrid a la cabeza en número de trabajadores foráneos, entre las dos acogen casi al 45% del total. Por delante de Andalucía, Comunidad de Valencia y Canarias. Igual que sucede con su incorporación al mercado laboral en diferentes sectores, ocupando mayoritariamente los inmigrantes puestos de menor cualificación y salarios, tanto en construcción, tareas agrícolas como hostelería. Con diferencias notables, igualmente, entre hombres y mujeres; estas últimas tienen más presencia en trabajos con peores remuneraciones, tanto en servicios como en cuidados a las personas.

Empleo, renovables e inflación

La Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2024 dada a conocer recientemente confirma, además, los buenos datos del empleo. En el ámbito estatal se crearon el pasado año 468.100 puestos de trabajo (con incrementos de 260.700 hombres y 207.400 mujeres), lo que supone un crecimiento del 2,19% con respecto al año anterior. El 2024 se cerró con una tasa de paro del 10,6%.

Otros datos no son menos relevantes. En 2024 se redujeron en 94.700 los hogares con todos los miembros en paro y aumentaron en 249.900 los que tienen a todos sus integrantes ocupados. El empleo a tiempo completo subió en más de 290.000 personas y el parcial en 177.400; el indefinido creció en 589.400 personas y el temporal bajo en 133.900. La cifra total de desempleados se redujo en 265.300 personas (98.300 hombres y 167.100 mujeres parados menos). La variación anual fue del -9,28%. La tasa de desempleo femenina bajó 71 centésimas, situándose en el 11,83%, y la masculina se redujo en 49 centésimas, hasta el 9,53%.

Además, en el Estado español se ha producido un control razonable de la elevada inflación, que tanto castigó a familias y empresas; y con la denominada excepción ibérica también se produjo una notable rebaja de los costes de la electricidad para los usuarios en los peores momentos de subidas energéticas a consecuencia de la guerra de Ucrania. Por otra parte, en esta fase más reciente ha habido una notable mejora en el ámbito económico financiero, con cumplimiento del déficit y una rebaja sustancial de la deuda pública, que era del 119% del PIB en 2020 y se sitúa ahora casi quince puntos menos, en torno al 105%.

Un análisis de coyuntura publicado por Caixabank señala algunas de las claves del dinamismo económico español: una deuda de los hogares inferior a la de la eurozona; la diversificada base exportadora, que supone el 38% del PIB frente al 26% de 2013; diversificación sectorial de la economía, en parte impulsada por los fondo europeos NFEU, pues aunque el turismo crece, sobresalen otros sectores como información y comunicaciones (un 23,4% por encima de final de 2019); actividades inmobiliarias, un 15,9%; actividades profesionales, un 15,6%; y la industria manufacturera, un 10,2%. Finalmente, hay dos factores adicionales que también están jugando un papel destacado: el crecimiento demográfico, que ha rejuvenecido la fuerza laboral, y la creciente importancia de las energías renovables en la producción de electricidad

Al respecto hay que destacar que la contribución de las energías renovables a la generación eléctrica se situó en 2024 por encima del 55%, un aumento de un 13% respecto al pasado año. Las previsiones apuntan a que este año 2025 más del 75% de la electricidad generada provenga de fuentes renovables, como la solar y la eólica.

Igualdad y estado social

Además, otro informe de Caixabank, en este caso sobre desigualdad de ingresos, confirma que, gracias a las transferencias públicas, se frenó rápidamente el incremento de la desigualdad social que se produjo al comienzo de la pandemia, entre febrero y mayo de 2020; una circunstancia que afectó, especialmente, a las personas migrantes y a los jóvenes, y, entre las comunidades, por su dependencia del turismo, a Canarias y Baleares. Pronosticando que, de seguir la actual evolución, marcada por la creación de empleo y la reducción del paro, se pueden recortar significativamente las diferencias con estados con mayor igualdad, como Alemania y Francia.

Por supuesto que no todo está escrito para este año 2025. Con numerosos factores de inestabilidad, desde la persistencia de conflictos bélicos a la amenaza de imposición de aranceles a la Unión Europea anunciada por Donald Trump. Y muy pendientes, además, de lo que suceda en las elecciones alemanas del próximo 23 de febrero y del Gobierno que se establezca tras estas, crucial para el futuro de la Unión. Pero, en principio, las expectativas económicas y de empleo son optimistas para el Estado español y para Canarias. Una realidad que debe ser complementada con la solidez del estado social: pensiones, rentas básicas, servicios públicos o fortalecimiento de las políticas de cuidados. Esta es la cara de la política española. Ya analizaremos en un próximo artículo la cruz, que no es pequeña.

 

Román Rodríguez, presidente de Nueva Canarias-Bloque Canarista (NC-bc).

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