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Golpistas enmascarados  

 

 

Me pilló en Colombia la exclusiva del diario El País de España que desveló el pasado domingo 28 de junio unos audios espinosos, de hace dos meses, del político octogenario conservador, Álvaro Leyva, primer canciller del Gobierno del presidente Gustavo Petro, el único mandatario progresista en la historia de la República.

La agitación nacional y latinoamericana que causó el contenido de los mismos no se hizo esperar. Allí se destapa un plan perverso y anticonstitucional para sacar del poder a Petro sopesando apoyos en Estados Unidos de las filas republicanas del trumpismo y grupos colombianos armados al margen de la Ley, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y el Clan del Golfo.

La derecha colombiana todavía no ha sido capaz de encajar la derrota que le propinó Petro después de más de 200 años de hegemonía, bipartidismo y bipartidismo oculto en partidos emergentes que hundió al país, se apropió de su riqueza, desplazó a los campesinos y comunidades indígenas de sus tierras a punta de violencia y se hartó de robar recursos públicos manteniendo su poder a base de compra de votos y prácticas clientelistas, favores y servicios a tutiplén. Barranquilla es de las ciudades del país más “prestigiosas” en clientelismo y corrupción personificada en clanes familiares que siguen amasando fortuna.

Desde la salida de Leyva de la cancillería el año pasado como consecuencia de  su suspensión por parte de la Procuraduría de la Nación, que vigila la transparencia de los funcionarios y cargos públicos, por presuntas irregularidades en el proceso de una licitación, el político se unió a la campaña de desprestigio nacional contra Petro lanzada por la derecha y los principales medios de comunicación, afines a ella, con cartas públicas difamatorias señalando al presidente de estar incapacitado para gobernar por supuestas adicciones a las drogas.

Es una estrategia similar a la adoptada por la derecha en varios países con gobiernos de izquierda en Latinoamérica cada vez que pierden elecciones, contrariando la decisión legítima y popular de la ciudadanía. Hipocresía de golpistas enmascarados que se jactan de decir que son demócratas, pero que con sus actos demuestran que son auténticos dictadores. Les importa un pepino el orden constitucional que tanto invocan.

A Petro lo sostiene el respaldo popular que sale a la calle cada vez que la oposición maniobra para bloquear reforma sociales en el Senado y Congreso, y lo sostiene además la lealtad de las Fuerzas Armadas, persuadidas por la clase política corrupta para empujarla hacia un golpe de Estado. Percibo que la opinión pública esta convencida de que tienen los medios para matar a Petro, pero que no se atreven porque la respuesta popular sería devastadora contra sus intereses.

El presidente denunció a Leyva ante la Fiscalía por conspiración, traición a la patria, instigación para delinquir, calumnia e injuria, no obstante, Leyva es solo un actor más en toda esta organización mafiosa que a poco más de un año de concluir  el mandato de Petro, el 7 de agosto de 2026, intensifica las operaciones desestabilizadoras para intentar recuperar el poder.

En Colombia están los medios cumpliendo su papel. Sería estupendo que universidades con facultades de periodismo hicieran un estudio exhaustivo de la desinformación reinante y construcción de narrativas mentirosas. Hice el ejercicio de seguir informativos durante una semana y leer algo de prensa y el pisoteo a la profesión es tan escandaloso que seguro que un análisis semiótico también sería bastante interesante.

Igualmente en España lo vemos a diario y en Estados Unidos más de lo mismo. Me comenta un amigo que muchos de sus vecinos en Chicago colocaron el 4 de julio la bandera a media asta como símbolo de protesta por las horas bajas de la democracia y  los derechos. La democracia va en una deriva que nos obliga a tener los sentidos bien puestos para evitar que nos engañen y manipulen. El camino de la educación siempre será un camino certero.

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