Hay mártires y desgraciaitos
- Alex Salebe Rodríguez
Han tenido que morir asesinadas, de momento, cerca de 66.000 personas en la Franja de Gaza, desde el 7 de octubre de 2023, cuando empezó el “último” y brutal ataque deliberado del Estado sionista y asesino de Israel para exterminar al pueblo de Palestina y terminar de apoderarse de su territorio, para que Europa solo ahora, el 11 de septiembre de 2025, casi dos años después, en una postura de vergüenza en todo este tiempo de acciones bélicas constantes donde no se ha respetado ni la vida de niños y niñas ni infraestructuras básicas como centros de atención médica o puntos de entrega de ayuda humanitaria, emita una resolución oficial en su Parlamento sobre Gaza aprobando medidas coercitivas contra Israel ante la crisis humanitaria y violación de derechos humanos, eso sí, evitando incluir la palabra “genocidio” por veto de los demócratas del Partido Popular Europeo.
Como la pérdida de una vida parece poco para algunos, según quien sea la víctima o la nacionalidad que ostente, Israel siempre ha defendido que las estadísticas de muertos son infladas por el Ministerio de Salud de Gaza, pero resulta que un estudio del Royal Holloway College de la Universidad de Londres estima que en enero de este año la cifra ya rondaba los 80.000 fallecidos.
Comparemos reacciones y manifiestos. Esta semana fue asesinado en Estados Unidos el activista ultra trumpista Charlie Kirk, un hecho totalmente condenable e intolerable por mucho que este señor se jactara de vociferar que las mujeres negras no tenían la capacidad cerebral para ser tomadas en serio, defendiera el libre uso de armas o vomitara odio contra el colectivo LGTBI o cualquier acto legislativo de promoción de la igualdad.
Ya no hablemos de la reacción de Trump del estatus de héroe que otorga a Kirk y su orden de izar banderas a media asta para honrar la memoria de uno de sus principales agitadores, pongamos el acento en la condena encendida con el uso político de fondo manifestada en España por el presidente del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijóo, y el máximo responsable de los ultras de Vox, Santiago Abascal. ¿Qué han dicho estos ilustres defensores del derecho a la vida sobre el genocidio en Gaza o cuál han sido sus palabras de repulsa contundente ante una realidad macabra e inocultable que nos transmiten en directo?
En este mundo hay pocos mártires y muchos desgraciaitos. En el mismo Estados Unidos, hace tres meses, mataron a la presidenta de la Cámara de Representantes de Minnesota, la demócrata Melissa Hortman, asesinada a tiros junto a su marido en el domicilio que compartían. Hagamos el ejercicio de buscar en redes las reacciones dentro y fuera de USA.
El pasado mes de agosto, murió en Colombia el senador conservador Miguel Uribe dos meses después de ser baleado en un poblado cerca de Bogotá. Las reacciones de la derecha colombiana no se hicieron esperar desde el mismo día del atentado señalando culpable sin pruebas al presidente Gustavo Petro.
Por supuesto, condenable también el asesinato de Uribe por mucho que este señor dijera alegremente que el joven Dylan Cruz, muerto en la calle durante el estallido social de 2019, fuera el culpable de su propio deceso por haberse interpuesto en la trayectoria de una de las balas de la represión policial ordenada por el gobierno conservador de Iván Duque.
La derecha colombiana ha dicho lo que no está escrito por el asesinato de Uribe pero se esconde ante el genocidio en Gaza y guarda silencio ante acontecimientos en la historia reciente del país, incluso más graves que el reguero de muertes y desapariciones de las dictaduras militares de Argentina y Chile. No dice nada de las ejecuciones por parte del Estado de 6.402 personas durante años de gobierno de democracia de Álvaro Uribe o el exterminio de más de 3.000 militantes del partido de izquierda Unión Patriótica entre finales del siglo pasado y principios del actual, contando a dos líderes con aspiraciones de llegar a la presidencia de la República como Jaime Pardo y Bernardo Jaramillo, asesinados a bala en los años 87 y 90, respectivamente. Y ejemplos del doble rasero hay por montones en España y Colombia.
Volviendo a la terrible situación de Gaza, la historia nos retrotrae al 48, año en el que se empiezan a contar muertos por las acciones de Israel contra el pueblo palestino. Naciones Unidas se ha cansado de dictar resoluciones sobre las muertes y la ocupación israelí. En el 67, la número 242, exigía garantizar la inviolabilidad territorial y la independencia política de todos los Estados de la zona mediante el establecimiento de zonas desmilitarizadas, destacando asimismo la inadmisibilidad de la adquisición de territorio mediante la guerra y la necesidad de trabajar por una paz justa y duradera en la que todos los Estados de Oriente Medio pudieran vivir en seguridad.
Ni puñetero caso, así que vamos a ver cuáles son los efectos reales de la resolución que acaba de aprobar Europa, que para empezar pide un alto el fuego inmediato y permanente y el reconocimiento del Estado de Palestina, dos años después del genocidio.