PUBLICIDAD

Con el agua no se juega

 

 

Lanzarote se ha acostumbrado a vivir sobre un polvorín alimentado por la ineficacia política, la falta de liderazgo y perspectiva y la total obsolescencia de las infraestructuras estratégicas. Los políticos lanzaroteños hablan más que ninguno de sostenibilidad, protección del medio y energías alternativas, con una foto del artista César Manrique en una mano y otra de los paisajes emblemáticos de la isla en la otra mano. Pero ahí se queda todo. Habla mucho pero no hace nada. Discuten como sabios pero proyectan como ignorantes. Y así nos va. Apenas se han hecho avances en la descarbonización de la economía insular, con más coches de alquiler y domésticos que nadie y con un transporte público colectivo que ha hecho rico a dos generaciones de la familia del concesionario pero que apenas avanza, teniendo la isla uno de los peores transportes público de pasajeros de las cuatro islas más pobladas. En el caso de la producción de energía, lleva años sin avances. Se hizo un plan pero se ejecuta al ritmo mariachi, mucha serenata pero poco movimiento. Y, en cuanto a la producción del agua, líquido elemento esencial para la vida, se camina sobre el alambre y esperando que en cualquier momento salte todo por los aires.

Lanzarote inició en 1964 una aventura con la llegada de la maquinaria para montar en la isla la primera potabilizadora urbana de Europa y una de las primeras del mundo concebida como planta dual, es decir, para producir agua y electricidad. La necesidad de una isla pobre, olvidada por las lluvias y alejada del continente al que pertenecía administrativamente y el ingenio de unos políticos que buscaban soluciones a los problemas reales y otros empresarios y técnicos locales con una enorme confianza en la potencialidad de la isla y en ellos mismos, colocaron a la vanguardia a Lanzarote. Ahora, cuando el mundo pasa sed y vive amenazado por el cambio climático, con augurios de pertinaz sequía, miran con anhelo la historia de Lanzarote. La apuesta por las desaladoras, por el milagro del agua salada proyectada en una membrana semipermeable y su conversión en potable. Y ya se habla de enormes inversiones en el litoral de medio mundo para reproducir la industria que floreció en la Punta de Los Vientos separando del mar el agua y la sal. Y les parece, efectivamente, milagroso.

En cambio, nosotros miramos la historia de estos casi sesenta años de potabilización del agua y su impacto transformador en la calidad de vida de sus habitantes y en la generación de riqueza y acabamos depresivos. Lo que pudo ser un camino de referencia de Lanzarote en el mundo, exportando su experiencia y favoreciendo la formación de técnicos de las mismas a todos los niveles, ha acabado transparentando las malas artes y corruptela de nuestros políticos. No se explica cómo partiendo de la nada se pudo plantar una potabilizadora en la isla y producir agua potable por encima incluso de la demanda. Tampoco se entiende que en los primeros treinta años, el Consorcio del Agua de Lanzarote, formado por el Cabildo y los siete ayuntamientos de la isla fueran capaces de enterrar una red impresionante de tuberías para llegar a todos los rincones habitados de la isla y, ahora, con una mayor riqueza y potencialidad no se sea capaz de modernizar esa red y se admitan pérdidas por fugas superiores al agua realmente consumida. Se ha llegado al punto injustificable desde la eficiencia y la sostenibilidad de tener que producir dos litros de agua para poder consumir un litro. O sea, aceptamos como buenos doblar los costes de producción para el consumo que tenemos. ¡Inaudito!

 La creación de Inalsa, en 1991, como empresa instrumental del Consorcio del Agua, que monitoriza el Cabildo, para reducir controles administrativos contables y agilizar la gestión acabó siendo nefasto. La producción del agua pasó a un segundo plano para los consejeros delegados y presidentes, políticos sin conocimiento de gestión especializada pero muy dados a proyectar sus intereses y los de los amigos cercanos acabaron cercenando las buenas expectativas de la empresa. Campañas publicitarias millonarias con un objeto más político que empresarial, contratos de dudosa moralidad, sueldos desorbitados lineales a toda la plantilla para encontrar la complicidad necesaria y olvido secular de atender las demandas reales de actualización técnica del sistema de producción y distribución del agua, acabó dando las señales inconfundibles de la quiebra. Los políticos solo consiguieron evitar que fuera calificada como todos pensábamos que era: una quiebra fraudulenta. Pero los políticos, una vez más, antepusieron sus intereses personales y sus propiedades a la transparencia y al respeto del erario público. Fue completamente obsceno ver la ristra de propiedades que han amasado simples auxiliares administrativos y similares metidos en la política, en juegos como los de Inalsa, durante más de 20 años. 

En 2009, llegó la declaración de concurso de acreedores con la calificación de necesario, y no voluntario, como intentaron los políticos del momento en otra intentona de aparentar que hacían, cuando en realidad solo estaban respondiendo ante la que se les venía encima. El procedimiento concursal se produjo a instancias de Endesa Distribuciones Eléctricas, Insular de Aguas de Lanzarote SA (Inalsa) y Endesa Distribución Eléctrica SL.

Durante cuatro años, hasta el 12 de julio de 2013, la empresa pública, los políticos y el propio Cabildo perdieron el control de la principal y más estratégica empresa de Lanzarote. Y lo peor de todo, es que cuántos más datos se conocían, más difícil parecía resolver aquel entuerto multimillonario, adobado con máquinas descatalogadas y tuberías de plastilina que regaban el campo de los alrededores de las tuberías como nunca nadie había hecho.

El juez del Juzgado de lo Mercantil Número 1 de Las Palmas de Gran Canaria, Alberto López Villarrubia, puso fin a más de cuatro años de administración concursal en Insular de Aguas de Lanzarote, con una sentencia en la que aprueba el convenio con los acreedores de la empresa. Acuerdo alcanzado el 12 de julio de 2013. La viabilidad parecía que venía de la mano de Canal Gestión Lanzarote. Casi diez años más tarde, todo nos hace presagiar que, una vez más, los políticos de Lanzarote no saben lo que es el agua ni lo importante que es para cualquier cosa que se haga y se quiera hacer en esta isla.

 Sin agua, no hay futuro. Y lo peor de todo, que, a partir de ahora, la apuesta universal por la desalinización para hacer frente a la desertización y sequías vinculadas al cambio climático, encarecerá todos estos imputs vinculados a la producción de agua.  Se le mete mano ya, o nos puede pasar lo mismo que le está pasando a Europa, ahora, con el gas. Que la inflación de estas maquinarias, piezas de sustitución, membranas y demás nos hagan del todo inviable salvar este bien público lanzaroteño.

Podemos seguir sentados sobre el polvorín. Pero ahora ya sabemos que, en caso de no hacer nada para impedirlo de forma urgente, la explosión pasa de tener una pequeña probabilidad a convertirse en un suceso cierto y cercano. Toca consensuar un plan y ejecutarlo sin demora. Si los políticos necesitan un tema para entretenerse discutiendo en campañas y tertulias varias pueden hacerlo hablando sobre “el sexo de los ángeles”. El tema sigue sin resolverse y no hace mal a nadie. Pero con el agua no se juega.

Comentarios  

#1 agüita 08-08-2023 13:37
La solución es eliminar el consorcio. La mejor solución es que lo gestione TODO una empresa privada y que el cabildo compre acciones en la empresa que lo gestiona. Así lo hacen los noruegos.
Citar

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar