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La señora Rojas (doña Inés)

Recorrido electoral  (29)

El mundo es un pañuelo y la política un laberinto sin esquinas pero con un montón de puertas que no llevan a ningún lado.  Inés Rojas se perdió en estos dos últimos años de batallas internas en CC de Lanzarote y Nacional, entre achuchones del señor presidente Paulino y los gritos del expresidente de CC Pepe Torres. Sus andares elegantes, su cara risueña, sus gestos siempre cariñosos se estamparon en una batalla fratricida donde fue más proyectil que arma, donde fue más utilizada que útil. Inés Nieves Rojas de León sale de la política sin saber exactamente por qué y con ganas de continuar,  arrastrada por los vientos del norte de Torres Stinga y el centrifugado de Paulino Rivero que jugó a un insólito e inédito tercer mandato y perdió el envite con el karateca tranquilo de Fernando Clavijo.

Inés sacrificó lo suyo por los suyos. Pero también es que tenía muchas deudas afectivas y de confianza abiertas en su entorno. Es el/ la único/a lanzaroteño/a  que se ha mantenido de consejero/a  en el Gobierno de Canarias durante dos legislaturas consecutivas, que ha alcanzado un protagonismo importante en la política de Canarias, defendiendo las políticas sociales del "Paulinato"  y arremangándose en una Consejería clave en tiempos de crisis, desahucio,  pobreza y marginalidad. Eso se tiene porque uno vale pero también porque alguien cree en uno. Y ahí nace la dependencia de la Rojas de apellido que primero fue verde y naranja del PIL  de Dimas Martín en sus comienzos  para acabar de azul y amarillo en la CC de Paulino.

Perteneció durante estos ocho años de consejera y diputada a la camada más protegida del Paulinato, aunque recibió palos sin contemplación del Román Rodríguez de Nueva Canarias que atacó su política en la consejería hasta rayar el insulto. Coincidieron estos ataques con la descomposición del grupo parlamentario entre paulinistas y renovadores, finalmente clavijistas, que bajaron el escudo y dejaron que las flechas envenenadas  afectaran a la consejera. Y cuando no se daba por aludida, ellos mismos cogían el arco y remataban la faena. Inés estaba herida y acorralada por los que, pescando entre sus rivales internos en Lanzarote apoyos para el cambio, le daban a ella suaves golpitos de desconsideración buscando la risa fácil en los "enemigos" de partido que tanto citó Winston Churchill.

No sé si Inés finalmente no se embarcó en Nueva Canarias, a pesar de los esfuerzos hechos por Pepe Torres hasta horas antes de cerrarse el plazo de presentación de candidaturas,  por voluntad propia o porque no le dieron lo que dicen que pedía: cabeza al Cabildo y como mínimo segunda al Parlamento. Los "nuevocanarios", que dicen una verdad entre mil mentiras, aseguran que Román Rodríguez no estaba dispuesto a pasar esa línea roja, la de llevar entre sus aspirantes a parlamentarios a su vituperada Inés. Para el Cabildo, todo el apoyo que quisiera; para el Parlamento, ninguno. No sé si fue así, pero algunas fuentes me lo repiten con insistencia. Pero yo quiero pensar que Inés se fue por sentido común. Por respeto a sí misma  y por respeto a los que creemos que es una señora, que sabe ser política sin dejar de ser mujer.  Que habla como mujer, que siente como mujer y que se relaciona como mujer y que huye de esos clichés de mujeres gritonas, agresivas y faltonas que imitan tan bien los defectos de los hombres que hay que llegar hasta la mismísima puerta del baño para saber si entran en el de damas o caballeros.

Del Soo árido y desértico, donde Inés se crió en los años sesenta, no sale otra con igual estilo y consideración. Aunque tenga también costumbres de tubérculo de jable, cuando las cosas se ponen feas solo enseña las ramitas pero entierra en la arena sus sentimientos  y frustraciones. Echo de menos una despedida sincera, una explicación pública donde por lo menos  deje alineado su arsenal para intuir futuras batallas.

Inés Nieves (le pongo los dos nombres para que se fastidie y para que no dude que es ella) creció en política con rapidez y en zona pedregosa.  Se inició de concejala del PIL  de Teguise el mismo año  (1991) que debutaba  este partido por gracia de los cuatro magníficos (que después no lo eran tanto)  con el alcalde Juan Pedro Hernández, que se había quedado de representante del pueblo y de Dimas, ante el periplo insular que comenzaba el líder insularista. De allí se marchó de concejala a Tinajo de 1999 a 2003, año de elecciones en el que se engancha al Cabildo y primero es consejera de Deportes con el PIL y a mitad de mandato deja al PIL de lado junto con otros compañeros y se embarca en una operación que le lleva a ser presidenta del Cabildo  (2005-2007)en un pacto con el PSOE, muy a pesar  de Manuel Fajardo Palarea, que vio perder ahí su oportunidad de ser presidente.  Nunca se lo ha perdona y ahora coinciden hasta en el momento de salir de la esfera pública, como si el destino que es un pañuelo, como el mundo, se aliase con las puertas del laberinto de la política para dejar en el chaplón, a la salida, a los dos personajes de más relevancia, junto con el otro Manuel Fajardo, el Feo, que también tiene su historia y sus méritos.

Inés ni me escribe ni me responde a mis pretensiones de saber de ella por ella. Pero aún así, yo quiero pensar que se va,  hasta más ver, por coherencia y respeto a sí misma  y para dar una última lección de clase, de mujer  y de política que sabe que Hillary Clinton intenta ser presidente de USA a los 64 años y que a ella para llegar a esa edad le queda todavía unos asaltitos más. Señora Rojas,  doña Inés, suerte y descanse.

 

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