De lo imposible a las boberías
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
El primer debate del estado de la isla de este mandato nacía muerto. La marrullería del presidente y su entorno de evitar la asignatura hueso y cambiarla por una maría, como los malos alumnos, privó a la líder del PSOE y expresidenta del Cabildo, Dolores Corujo, de ofrecer una réplica al discurso largo, complaciente y fuera de la realidad ofrecido por Oswaldo Betancort. No es que yo tenga una especial predilección por oír a Lola. Pero tampoco me gusta el ron y no ignoro que para hacer un cubata es imprescindible.
Y de eso va la cosa: un debate se hace para debatir, para confrontar. No se trata de que alguien, aunque sea el presidente, se busque un atril y se ponga a leer memeces escritas por otros u otras.
No voy a decir tampoco que el discurso de Oswaldo me sorprendiera o defraudara. He tenido la oportunidad de conocerle muy bien y sé de sus capacidades. Como también conozco muy bien a su principal asesora y “amiga del alma y correrías” y la capacidad de fabular de la bien pagá Gloria Artíles y la pandilla que les asiste.
Con eso de que retransmiten los plenos, ya nada es como era en el escenario del debate. En la sala de plenos, apenas están los consejeros y sus asistentes, al lado de las cámaras que retransmiten y graban. En la primera fila de sillas, estaba sentada Gladys Acuña. La veo, sentada sola, exactamente enfrente de Oswaldo, que la mira y eleva la voz como dando a entender que lo que lee, y ella le susurró, es efectivamente lo que hay que decir y hacer.
Me quedo con ese ángulo, que me trae el recuerdo de aquella Gladys sentada en el banquillo del Tribunal Superior de Justicia mintiendo sin engañar a los jueces. Allí también estaba sola y más sola se quedó cuando le vino el batacazo de la sentencia inhabilitadora. Y me viene también la imagen de Gladys en chandal, despeinada y abatida contándome batallitas de Óscar Noda y su amiga Loly Corujo, a la que responsabilizaba de malas maneras de haberse ella quedado con cargos penales mientras la otra lo hacía de cargos políticos cada vez mayores.
El martes, en el debate, hablando para las cámaras, para sí mismo y para Gladys, mientras los consejeros pasaban el tiempo mandando mensajitos, o leyendo no sé qué publicaciones, con la arrogancia que se subroga, Oswaldo gritó que él hacía "posible lo imposible". ¿Se refería a hacer jefa de gabinete a una condenada por corrupción en pleno cumplimiento de la sentencia sin que el PSOE dijera absolutamente nada? ¿Consiguió el imposible de que Lola callara porque se siente culpable?
Solo un político como Oswaldo admite que le pongan a leer frases como que él hace posible lo imposible, cuando tiene lo necesario sin hacer. ¿Acaso no se arregla el problema del agua porque todavía es posible? ¿Acaso no se crean las condiciones para mejorar la calidad de vida de los residentes porque todavía es posible? El único imposible que yo vi en el pleno durante su intervención, fue que la portavoz del PSOE, Ariagona González, se levantara de su asiento para ir hasta donde estaba el consejero de VOX, Óscar Pérez, y se pusiera a cuchichear con él. ¡Para que después digan que ni se hablan! Una prueba más de que los extremos se rozan y, a veces, ni echan chispas.
Me imagino que las cosas que estaban imposibles fueran despilfarrar el dinero en viajes, saboreas, subvenciones sin ton ni son y en enchufes. Reconoció el presidente que los socialistas le habían dejado las cuentas del Cabildo llenas de dinero. Y también reconoció que él no estaba acostumbrado a gobernar instituciones con tanto dinero. Debe ser por eso por lo que lo despilfarra de forma tan alegre como irresponsable.
El presidente no perdió la oportunidad de hacerse un estribillo que intentó usar para desacreditar a los que ven que no hace nada.
Oswaldo, el candidato que no se bajó del estribillo en campaña de "ni una cama más ni una cama menos", tiene uno nuevo. Parece sacado de la factoría radiofónica de cabecera: "El dato mata el relato". Y lo repetía una y otra vez sin que se viera el dato revelador por ninguna parte durante su relato cansino, pintando a brocha gorda, para que todo el negocio quede en casa, un presente donde no se vio futuro.
No hay nada hecho (aunque se proponen muchas cosas, todo hay que decirlo). ¿O es que hay algún ciudadano en Lanzarote, al margen de él y su camarilla, que viva mejor que hace un año y medio? Pero habla como si ya estuviéramos viviendo en la isla ideal. Para él, claro, la isla ideal es la que lo tenga a él de presidente. El narcisismo es así. Hasta las inversiones del Gobierno de Canarias durante el pasado mandato en el hospital se las atribuyó sin pestañear (ya saben, hacemos posible lo imposible). Y se olvidó de los miles de trabajadores que trabajan en la sanidad pública en Lanzarote para sólo felicitar a los que él y Gladys propusieron para el cargo para pagar aquellos favores que sabemos ellos y yo. No les extrañe que el próximo saborea se haga a cuenta del hospital y con celebración por todo lo alto. Estos son capaces, incluso, de celebrar el 35 aniversario del hospital, ni el 25 ni el 50, sino el 35, que hay que celebrar el haberse conocido. Se llama hacer posible lo imposible.
Los mismos que ponían el grito en el cielo porque el PSOE dedicara dinero de la sanidad de todos para pagar al Sosa de ellos, ahora se gastan el dinero de nuestra sanidad para celebrar el 35 aniversario, (ni el 25 ni el 50) del Hospital al más puro estilo Saborea. Es que el presidente no sabe gobernar una institución con dinero. Y se lo gasta en fiestas y saboreas varios.
Ya saben, hace posible lo imposible y ojo al dato que mata el relato. Y el dato es que un enfermo tarda largos meses, a veces hasta más de un año, en que le hagan una prueba médica mientras la respuesta política es hacer una fiesta.
El dato es que de cualquier problema se hace un vídeo, un estribillo o un post. Pero no se soluciona nada. Y el presidente seguirá haciendo estribillos, recorriéndose medio mundo pagado por el Cabildo y rodeándose de quienes han demostrado que no buscan el bien de todos sino exclusivamente el suyo. Y en eso, se parecen mucho al presidente.
¿El estado de la isla? Muy bien, gracias. Y que dure así mil años, le debe decir Gladys a Oswaldo. Que así sea, amiga, agradecería el amigo que le ha dado sueldo, cargo y juego. El resto de los consejeros del gobierno asienten, muy bien sentados y pagados. ¡Dios salve al presidente! ¡Y a sus bufones!
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