Lucha mundial por seguidores
- Alex Salebe Rodríguez
Hasta en 30 mil y más millones de dólares se estima la inversión global en el marketing de influencers, aunque estadísticas más conservadoras de firmas especializadas en estudios de mercado con datos de inteligencia artificial bajan el suflé a 24 mil millones de dólares, unos 21 mil millones de euros, en todo caso, una cifra astronómica nada despreciable.
La palabra influencer aún no aparece reconocida en el diccionario de la RAE, pero su Observatorio de Palabras sí que contempla este anglicismo como una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales. La voz influencer forma parte de nuestro vocabulario cotidiano, ya no solo entre la población de menor edad, e inevitablemente cada vez la repetimos más.
El impacto económico del universo influencer seguirá subiendo por el mayor número de personas dedicadas al oficio, la subida exponencial del número de seguidores y la apuesta creciente de la inversión empresarial en este mercado de promoción de productos y servicios en detrimento de la inversión publicitaria en medios tradicionales como periódicos, radios y teles.
Me tocó de cerca un hecho para mí curioso y para otros supongo que frecuente. Mi hijo de 21 años, que estaba en Barcelona el pasado miércoles 30 de abril, el día del partido de ida de semifinales de la Liga de Campeones que disputaron Barça e Inter de Milán (3-3), aceptó el desafío propuesto en redes por el joven youtuber Paul Ferrer Z. Este chico, también de 21 años y con 15, 7 millones de seguidores, avisó a su gente que regalaría dos entradas VIP para que lo acompañaran a ver el encuentro futbolero en el Estadio Olímpico Lluís Companys.
El reto era sencillo, pero necesitaba una buena dosis de confianza en su veracidad, fe y suerte: encontrar las entradas que Paul había escondido por separado en el entorno del Museu Nacional d'Art de Catalunya. Allí fue mi hijo, buscó y pilló una de ellas camuflada en una arqueta, así que pudo disfrutar del partido en una zona de butacas valorada cada entrada en mil euros, con derecho a comida y bebida. Experiencia top para cualquier joven apasionado del fútbol y aficionado del Barça como es su caso.
Evidentemente, detrás de este tipo de regalos hay una firma potente patrocinadora de los contenidos del influencer. Ninguna empresa apuesta por estos incentivos sin constatar un número mínimo de seguidores y la capacidad de influir en la población por grupos de edad a través de estudios de mercado, todo está medido y estudiado.
El vídeo editado de toda la experiencia, desde la génesis del reto, su puesta en marcha y las vivencias del partido de tres chavales en el estadio rodeados en su gran mayoría por gente de mayor edad, de casi 15 minutos de duración, un vídeo que a pesar de tener buen ritmo no deja de ser largo, sumó 230 mil visualizaciones en dos días de publicación.
Qué no darían políticos que se creen influencers, y de trabajar más bien poco, por contar con semejante masa social de su lado. Todavía piensan que ir acompañados a toda hora de un teléfono grabando imágenes y diciendo tonterías traduce popularidad, y lo peor, que es sinónimo de gestión, pero allá ellos y ellas con su ego o alter ego.
La industria influencer da pasos agigantados en su profesionalización, cada día es más estrecha la relación de sus protagonistas y contenidos con los consumidores. No hay límites de productos y servicios, todos son susceptibles de promoción y ventas a través de formas ingeniosas de comunicación. Ya nos toca a nosotros decidir.