Mi alcalde, mi amigo
No es fácil sentarse ante una página en blanco para tratar de expresar las emociones que nos deja este primer año sin Alexis.
- Escrito por Isidro Pérez Martín, alcalde de San Bartolomé
No es fácil sentarse ante una página en blanco para tratar de expresar las emociones que nos deja este primer año sin Alexis.
La alegría de la luchada me la dio mi amigo Fran J. Luis, que le vemos haciendo la foto en la que están mis acompañantes en el Ulpiano Rodríguez Pérez. Pepe Reyes, Salvador Garcés y Dani Reyes suelen ir conmigo muchas veces. Pero Fran era la primera vez que iba a ver una luchada y salió encantado este ingeniero tinerfeño. Me emocionó al decírmelo.
Preparo la agenda de la semana que empieza. La rutina se expande por el espacio reservado en mi móvil para estas reseñas.
Solía ir caminando. Pero volvía corriendo, sin parar, asustado pero convencido de que nadie me podía hacer nada.
Hemos normalizado tanto la tragedia que nos resbala el sufrimiento, ajeno, incluso después de la sacudida que nos pegó el covid. ¿Será que nos hace falta otro bofetón similar?. Y si quienes deben dar el mayor ejemplo lo usan para sacar rédito a sus intereses políticos, pues es más difícil sensibilizar a la sociedad.
Lo de cada uno es lo de cada uno. Pero lo nuestro, no es la suma de lo de cada uno, sino lo público. Aquellos que nos quieren decir que lo público no es de nadie lo hacen para que no sintamos el desgarro en nuestras carnes cuando alguno de ellos se queda con lo que es de todos o despilfarra, sin contención, el presupuesto que hemos aportado, entre todos, vía impuestos, tasas y precios públicos de tipos y colores variados.
La vida en si es un viaje. Nos movemos por alcanzar objetivos, para avanzar y para regresar a nuestra Ítaca particular. También, y más en nuestras islas, nos toca viajar por trabajo. No tanto como cierto consejero del PP, que llegó a gastar 21.700 euros en 14 viajes en tan sólo 4 meses, o como cierto expresidente del Cabildo, que asumiendo un rol casi de Ministro de Asuntos Exteriores entendió que sus obligaciones le obligaban a desplazarse a territorios tan variopintos como San Antonio (Texas) con la excusa peregrina de que fue fundada esa población por un grupo de canarios, algunos de los cuales eran lanzaroteños, o a Sudáfrica para acompañar a un grupo de bomberos de Lanzarote a un campeonato, aprovechando la coyuntura para saltar en paracaídas, aparte de viajar a Brasil, Alemania, Estados Unidos, Perú, Cabo Verde, Inglaterra, entre otros destinos.
No sé cuánta veracidad hay en la denuncia que ha hecho públicamente Canal Gestión Lanzarote a través de varios medios de comunicación alegando que el Consistorio de Tinajo desde hace unos 4 años no le ha pagado las facturas por el agua potable que ha consumido en sus respectivos lugares sociales.
No suelo defender a ningún político por acudir a un acto u otro. En cambio, todo sea dicho, sí suelo criticarles cuando van a un acto que a mí me parece indigno por su condición y representación. Pero hoy voy a hacer una excepción, porque creo que el tema lo merece. Y, además, estoy en contra de que se criminalice a colectivos que actúan amparados en la más absoluta legalidad y de acuerdo con tradiciones que han ido adaptándose a la realidad social cambiante.
Hace ya más de diez años cuando moderaba una tertulia radiofónica de mediodía propuse como tema de debate el contenido de un ensayo sobre lenguaje y comunicación escrito por Noam Chomsky, lingüista, politólogo y activista estadounidense, hoy casi con 94 años de edad, citado por el New York Times como “el intelectual más importante en la actualidad”, y sin duda de los más destacados del siglo pasado. Cada vez que puedo, recomiendo su lectura, tanto como a Atilio Borón, sociólogo y politólogo argentino, en aras de buscar textos alternativos a la lineal cotidianidad.