¡EL AGUA, SEÑORES, QUE ES EL AGUA!

Si ya venía uno metido en la grima con eso de la guerra de Ucrania, las escenificaciones obscenas de Rusia, EEUU y China con sus arsenales de armamento bélico y las dificultades de abastecimiento, que con el problema del cambio climático en ciernes nos tienen dudando en si cortarnos las venas o irnos al bar hasta el amanecer, como para que, ahora, veamos peligrar el suministro de agua en la isla. Hemos estado todos estos años sentados encima de una bomba de relojería y en lugar de desactivarla, nos hemos dedicado a discutir si eran podemos o galgos. Y nos coge, señores, el toro más rojos que nunca.

La producción, distribución y comercialización del agua potable en Lanzarote necesita de un consenso político y social para poner las bases de este servicio en los próximos 20 años. Hay que analizarlo todo, punto por punto y darle la prioridad que se merece el líquido elemento que hace posible la vida, la vida en general, pero muy específicamente la nuestra con toda su trascendencia social y económica. A estas alturas ya se ha demostrado que tirarnos piedras sobre nuestro tejado no sirve de nada, salvo para empeorar la situación y bloquear las alternativas necesarias.

La discusión no es “Canal Gestión, sí; Canal Gestión, no”. Estamos llegando al límite donde ya la cuestión es si tenemos o no suministro de calidad y eficaz de agua potable. La imagen de La Graciosa desabastecida, llena de turistas, y con una capacidad limitada de reacción, nos puede servir para hacernos la idea qué pasaría si llega a esa situación Lanzarote. En la isla ya no queda más recurso hídrico potable que el que sale de las desaladoras, que la mitad se pierde en fugas incomprensibles en una red que da tanto miedo como pena.

Señores, esto no es juego. ¡Se trata del agua, señores, del agua!