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El sobrino de Stinga

 

Rafael Stinga González, que fue abogado y senador por el Lanzarote durante las dos legislaturas que gobernó la UCD en España (1977-1982), falleció en octubre de 1991, apenas unos días antes de que su sobrino Andrés cumpliera los 26 años.

 Stinga, que murió joven, tenía 58 años, uno más de los que tiene en la actualidad su sobrino, fue un destacado político lanzaroteño que brilló como una persona reivindicativa de los intereses de las islas periféricas ante el centralismo regional y de Canarias frente a Madrid. Fue consejero de Pesca de la Junta Preautonómica de Canarias, consejero del Cabildo de Lanzarote y uno de los grandes artífices de que, en el Estatuto de Canarias, las cinco islas menos pobladas tuvieran la misma representación parlamentaria que las dos mayores. Además fue la primera referencia política de su sobrino Andrés Stinga Perdomo, actual consejero  de la Presidencia, Agricultura, Ganadería y Pesca, Caza, Aguas  y Promoción Económica del Cabildo de Lanzarote.

Cuando murió su tío, Andrés apenas tenía 25 años,  y estaba muy lejos de saber el protagonismo político que iba a tener en su municipio, San Bartolomé, y en la  isla. Pero ambición y ganas le sobraban, aunque la única coincidencia que tenía con su tío, aparte de la genética, era el apellido. Él era taxista desde hacía dos años,  no tenía la formación académica de su familiar, estaba en un municipio gobernado por la derecha y él estaba involucrado en el PSOE. Pero no dejaba de decir, con orgullo, que era sobrino de ese gran político ni de soñar con emularlo, sin abandonar su taxi, que era lo que le daba (y le sigue dando) de comer.

La década de los noventa fue fundamental para que Andrés Stinga se hiciera poco a poco con el control de la Agrupación Socialista del municipio y llegara a los primeros años de este siglo con el partido en sus manos en este feudo. Para ello, se buscó de lugarteniente a otro taxista que ha dejado huella en San Bartolomé, Antonio Rocío y, entre los dos, han monitorizado las victorias del PSOE en el centro de la isla. Entró de concejal en 1999 y su objetivo era quedarse con el gobierno municipal. Pero sabía que para eso necesitaba un candidato que fuera alcalde. Y apostó por Marcial Martín. En las elecciones de 2003, quedaron cerca, pero en las del 2007 consiguieron ser los más votados y conformar gobierno. Y no se  han vuelto a bajar los socialistas del poder desde ese momento en San Bartolomé. Primero con Marcial, después con Dolores Corujo, más tarde con Alexis Tejera y, ahora, con Isidro Pérez. Fue el lugarteniente de los dos primeros y Tono Rocío de los dos últimos.

Andrés decidió embarcarse al Cabildo con su amigo y compañero de fatigas y batallas políticas José Juan Cruz Saavedra  en el 2015 y gobernó y se opuso, a partes iguales, a Pedro San Ginés durante cuatro años convulsos, donde el objetivo era preparar el terreno para que aterrizara allí, como presidenta, la alcaldesa de San Bartolomé, su amiga Dolores Corujo. Y ocurrió el milagro. Se ganaron las elecciones y se ha gobernado durante cuatro años.

En este mandato, a pesar de la pandemia, a pesar de su larga baja por enfermedad, ha podido demostrar su ascendencia sobre la presidenta y su poder en el grupo socialista. Andrés Stinga es el que da acento popular a un grupo que fantasea con la Fundación César Manrique, cita a autores de la socialdemocracia y teoriza sobre los problemas y sus soluciones pero que tiene dificultades para explicar de forma llana las cosas a la gente. Se les ve como elitistas, como gente de izquierda de salón, dispuestos a teorizar sobre todo pero incapaces de hacer nada. En esa realidad, Andrés gana enteros y se tira al ruedo en la última fase del mandato, desplegándose al lado de la presidenta para visitar agricultores, ganadores, pescadores, gentes de los ambientes rurales y de los barrios, donde se habla el mismo idioma que Stinga.

Andrés recuerda, allí donde le dejan hablar, que está comprometido con la presidenta. Que los dos se conjuraron cuando iniciaron esta aventura insular para estar juntos e irse juntos.

Andrés no ha sido senador ni ha tenido el protagonismo que tuvo su tío en la fundación de la comunidad canaria. Pero lleva ya una dilatada experiencia política como concejal y consejero. Y todo apunta a que continuará. Y todo lo ha hecho sin bajarse del taxi, con un 90% de dedicación. Aunque nadie sabe si esta vez será suficiente para que su amiga Dolores vuelva a ser presidenta y él su consejero de Presidencia y todo lo que le eche. Seguro que Rafael Stinga hubiese estado sorprendido y satisfecho del periplo de su sobrino que soñaba ser como él.

Comentarios  

#2 Chimanfaya 03-02-2023 17:39
Ya, ya jijijiji
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#1 Wilson 03-02-2023 15:52
Sí, Señor. Así fue y así es. Gran artículo. Me ha encantado.
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