Gabinetes y prensa
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
He tenido la suerte de poder ejercer mi profesión en ambos lados de la vida pública. Por un lado, la mayor parte, ha transcurrido en periódicos, revistas, radios y televisiones locales de esta isla. Por otro, he tenido la oportunidad de asesorar a instituciones y políticos también en periodos determinados de mi larga vida profesional de más de cuarenta años. Como toda vida, ha ido de menos a más, con mayores responsabilidades, conocimiento y experiencia. No me quejo de nada, porque me ha permitido hacer las cosas a mi manera, como he querido en cada momento y afrontando las peleas que conlleva sobrevivir en este campo minado. Más cuando me he especializado en esto de la cosa pública y la política insular.
Y no hago esta entrada para presumir de mis años de director, redactor jefe, redactor, colaborador o asesor de comunicación en estos últimos cuarenta años, que me ha dado la oportunidad de ver el nacimiento (y participar en algunos partos señalados) y eclosión de muchos medios de comunicación y la profesionalización de las relaciones de las instituciones y los políticos con la prensa. No, ni mucho menos. Aunque sí siento cierto orgullo personal, pasado el tiempo, por sobrevivir en este campo minado que es el camino que transitan políticos, periodistas y una multitud de intereses, no todos confesables.
Pero lo que pretendo, ahora, hoy, aquí, es manifestar mi decepción, frente a esa vorágine de periodistas que pululan en las administraciones públicas, al lado de los políticos, con sueldos que no han tenido nunca en las redacciones en las que han estado. No es envidia, ya dije que son etapas pasadas que no pretendo ni quiero repetir. Posiblemente también porque, para mí, no ocupen iguales puestos de relevancia en el coste de oportunidad a estas alturas de mi vida.
Hay hoy, en Lanzarote, más periodistas enganchados directamente en las administraciones que en la suma de las redacciones de todos los medios locales, seguramente. Y siempre he dicho que fue una buena idea que los ayuntamientos, cabildo y partidos políticos tuvieran gabinetes de prensa gestionados por profesionales. La comunicación es muy importante. Otra cosa es cuando el periodista confunde periodismo, gabinete de comunicación, con propaganda pura y dura. Cuando hacen titulares de notas calificando de “Éxito” esta o aquella actividad sin que se cite fuente que lo acredite, por decir algo.
No sé si decir que es mucho peor cuando se demuestra que no son capaces de hacer un texto medianamente estructurado, sin faltas de ortografía (al margen de las erratas lógicas por las prisas habituales). ¿Nadie les ha explicado nunca que las comillas van antes del punto (“”.) o que después de una interrogación no se pone punto? Lo de “hubieron” ya es de mear y no echar gota.
¡Quién me iba a decir hace cuarenta años que el periodismo sería trabajo de móviles, ordenadores y redes sociales!
Pero lo que sí prolifera y avergüenza en estos tiempos de multitud de periodistas y asesores a sueldo en las administraciones es que te manden una nota de prensa y al rato manden una rectificación y un poco más tarde vuelvan a mandar otra rectificando lo rectificado. Eso me repatea de mala manera. En los muchos años que estuve de asesor externo de prensa del Ayuntamiento de Tías, no recuerdo haber mandado nunca una nota de prensa para rectificar una nota de prensa. Y en aquella época, había tiempo para las rectificaciones, porque no existían los digitales como ahora. O sea, la rectificación era una cosa entre las redacciones y los gabinetes. Nadie más se enteraba. Ahora, no. Ahora una nota de prensa tarda más en entrar en el email de una redacción que en publicarse en el digital de turno y replicarse en todas las redes sociales. Con el agravante de que el lector que ha leído antes de la primera y segunda rectificación la noticia se queda con aquella versión errónea. ¿O es que tiene que estar entrando en la misma noticia eternamente por si se produjera algún cambio? ¡Qué poca seriedad!
En aquella época, teníamos un protocolo que no fallaba. Se recogía la información, se revisaba, se enviaba a la alcaldía para su evaluación y visto bueno y la secretaria la enviaba a los medios de comunicación. Nunca hubo que rectificar nada: la nota de prensa estaba escrita de forma adecuada, las declaraciones del alcalde y datos habían sido comprobados y se chequeaba el horario más adecuado para su circulación. Nunca hubo que rectificar, nunca hubo un mal entendido entre el alcalde y el asesor de prensa con ese tema. Nunca. Y parece lo normal. Pero ya no lo es tanto cuando, día tras día, si no es uno es otro gabinete, te hacen retirar noticias porque los datos o declaraciones no coinciden ni con la realidad ni con lo que querían decir. ¿Pero acaso se inventan los datos y las declaraciones de los políticos? ¿Son los propios periodistas los que hacen las declaraciones y se las imputan a los políticos sin que ellos den su consentimiento? Pues de no ser así, da toda la pinta.
Y sorprende que esto pase cuando menos debe pasar. Por una parte, porque un error hoy tiene consecuencias en las audiencias que son informadas casi en tiempo real. Y, por otra, porque hay más periodistas y asesores de comunicación que nunca en las administraciones públicas y alrededor de los políticos de la isla. No se les pide que sean perfectos pero tampoco se puede justificar todo. Y no estamos hablando de gente que hace decenas de textos al día, que es lo que pasa en las redacciones. Algunos apenas hacen cinco o seis notas a la semana. Y se nota de muy mala manera.
Lo digo sin acritud. Pero con el conocimiento que da el haber estado a ambos lados. Y no creo que antes fuera más fácil que ahora. Más bien todo lo contrario, con las aportaciones de las nuevas tecnologías. Y también porque hay un periodista que lleva muchos años demostrando que se puede llevar un gabinete de prensa con rigor, seriedad y profesionalidad sin hacer tanto ruido ni rectificaciones de las notas. Diría el nombre pero es que a Alex Salebe le sale un acento muy duro de Barranquilla cuando se enfada. Y no le gusta nada que le nombre. ¡Ni para bien!
Comentarios
Pero q verdad dices q los a valen para esos puestos están desgraciadamente en otros lugares q no encajan