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OTRO “POLLO” QUE SE NOS JUBILA DE LA POLICIA

 

Muchos destacados luchadores de los años ochenta, época de las más brillantes de la lucha canaria en Lanzarote, se metieron de policías locales, donde les fue muy útil su apariencia de hombres fuertes y su demostrada nobleza adquirida en nuestro vernáculo deporte. Con la nueva ley, los policías locales se pueden jubilar a los sesenta años y son muchos los luchadores que cuelgan, por segunda vez, la ropa que más han vestido. Ahora, la de policías locales.

 

En este caso, es Juan Ernesto Saavedra Bermúdez, conocido en los terrenos como Saavedra II (su hermano era Saavedra I), quien se retira de sus labores como Policía Local de Arrecife. Ernesto fue un gran luchador, aunque nunca llevó la condición de pollo, aclaro, para que no haya equívocos. Se hizo en el Arrecife, donde se encontró con grandes luchadores, y de allí emigró al Unión Norte, de Haría, donde destacó como un bravo luchador, un puntal B insular, que tiraba al más guapo y era tan bueno como marrullero si era necesario. En uno de sus espectaculares enfrentamientos  con el puntal de San Bartolomé de la época Sixto Rodríguez, que fue también policía local de Arrecife y falleció prematuramente, no dudó, ante la resistencia del fornido contrario, apretarle la “tuerca del vinagre” para aminorar sus ataques. El pobre Sixto pegó un grito de dolor que retumbó en todo el terrero. Y Juan Ernesto mirando para otro lado, como si él no hubiese hecho nada, y todo fueran cosas de Sixto, ante el asombro del árbitro que no sabía a qué atenerse.

Fue un gran luchador en esa época, desde muy joven destacó y se mantuvo mucho tiempo, a pesar de que no tenía un gran cuerpo. Gustaba y el  público le seguía. En la Policía Local de Arrecife, donde acaba etapa, también ha dejado un buen recuerdo y un ejemplo de profesionalidad. No estaría mal que ahora, jubilado y joven, se pasara por los terreros a enseñar lo que él tan bien practicó a los más jóvenes.   Eso sí, esa maña de la “tuerca del vinagre” que la deje en casa.

Felicidades, Ernesto, Y que disfrute usted de su jubilación como bien estime.

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