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Almas y chatarras

 

En tiempos de la conquista de Canarias, allá en el siglo XV, muchos aborígenes elegían despeñarse por barrancos y desfiladeros de la orografía patria antes que someterse a la autoridad absolutista de los invasores. Era una respuesta precipitada para mantenerse libres aunque fuera sacrificando su vida. Lo recuerdo para que quede constancia de la larga tradición que hay en estas islas atlánticas de tocar fondo, de volar hacia abajo, con la ayuda de la gravedad del momento y de las leyes naturales, para alcanzar la eternidad y escapar del mundo que nos agobia y nos enferma.

El Risco de Famara en Lanzarote tiene una belleza que encandila. Es la zona más alta de la isla, con un fácil acceso a su alto, que nos permite disfrutar de unas vistas inigualables con los islotes al fondo, con el mar de jable a un lado, mientras nos da la brisa en la cara. No es difícil sentir vértigo a medida que te acercas al vacío. Y, a veces, también sientes la atracción fatal de querer saltar y volar libre hacia abajo. Lo suelen hacer muchos en parapente y ala delta, buscando el salto de adrenalina, mientras remontan el vuelo, alados de forma artesanal. Pero también están los que se despeñan a toda velocidad usando la fuerza de sus vehículos. Los primeros buscan disfrutar de momentos únicos de la vida, bordeando lo trágico. Los otros se conforman con que sean los últimos segundos de una vida que ya no quieren vivir.

El Risco de Famara es un referente para los lanzaroteños por un montón de cosas y experiencias. Pero es también una zona de especial significado fúnebre. Sus laderas han sido vistas históricamente también como un espacio seguro para despedirse de este mundo. En sus vehículos, hombres y mujeres temerosos de la vida, sufridores descarnados sin consuelo ni esperanza, se alejaban de los suyos, a escondidas, para acercarse al vacío con el consuelo de que darían el salto de su vida a la muerte. Se trataba de tocar fondo para alcanzar las alturas de la eternidad sin las dentelladas de una vida atormentada, llena de tristeza, vacía de ilusiones. Ellos, ellas, uno a uno, una a una, una a uno, por separado, alejados en el tiempo, en la más absoluta soledad, decidieron suspender su vida en el aire, el instante preciso para volver a la tierra liberados de carga y obligaciones. Y todos  y todas lo consiguieron.

Entre llantos y lamentaciones de familiares y amigos, los servicios de seguridad y emergencias retiraban sus cuerpos de la zona para que recibieran sepultura en los tradicionales camposantos, después de que se les rindiera el último homenaje de las lágrimas y el dolor que siempre derrama la despedida inesperada, abrupta, inexplicable de un ser querido. Allí, en las laderas, en lo más alto de Lanzarote, entre el mar oceánico y el mar de jable y volcán, quedaban la chatarra del coche y el alma del aventurado/a.

Ahora, el Cabildo de Lanzarote retira la chatarra. Los restos contaminantes del propulsor necesario para volar hacia abajo con la seguridad de un resultado cierto e indoloro. A partir de ahora, en este espacio fúnebre, solo quedarán las almas de esas buenas personas que decidieron irse, por voluntad propia, el día que ellos eligieron, desde el lugar más alto, desde el Risco de Famara. Cada planta nueva que brote, cada flor que se abra, cada gota de bruma que refresque estos espacios liberados nos harán recordar a aquellas personas que quisimos, que se fueron de nuestro lado. Nuestro recuerdo permanece intacto, como el primer día que los vimos llegar a sus vidas, o a la nuestra, con una sonrisa, con un buen deseo, con la misma naturalidad y belleza que esas semillas germinan y crecen dando más hermosura al lugar.

 Se va la chatarra, pero sus almas siguen allí. Respetemos el lugar por ser fuente de vida animal y vegetal extraordinarias. Pero también por ser espacio de culto, de muerte y de resurrección.

Comentarios  

#1 Aida González 15-12-2022 21:02
Muchísimas gracias por tan hermosas palabras. Relatado de esta bella manera nos aplaca el dolor que ha supuesto desgarrador de enterarnos familiares y grandes amigos de personas allí desaparecidas, por medios de lo que estaba pasando, además sin el merecido respeto.
Gracias porque nos da esperanza con sus palabras y nos demuestra que no todo es horrible en este mundo.
Un abrazo
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