Carta abierta a la presidenta del Cabildo de Lanzarote
Sí al Pacto de Unidad y Reconstrucción pero sin descalificación
- Escrito por Pedro San Ginés Gutiérrez. Portavoz del Grupo Nacionalista CC-PNC en el Cabildo de Lanzarote
La emergencia sanitaria provocada por el coronavirus Covid-19 está sacando a relucir lo mejor de muchos de nosotros, como la generosidad o la solidaridad, pero también está sacando los colores a nuestra sociedad en algunas materias, como la gestión de los derechos de nuestros mayores. Creo que podemos coincidir en que es muy mejorable la manera como pasa sus últimos años de vida la generación de la posguerra española, padres y abuelos cuyo esfuerzo contribuyó a edificar un país próspero y moderno y nos ha legado una vida mucho mejor a sus descendientes, a nosotros. Una generación que, no debemos olvidarlo, en la crisis de 2008 puso a disposición de la ciudadanía su experiencia, su tiempo y sus pensiones para ayudar a sobrepasarla sin pedir nada a cambio.
Lanzarote lleva muchos años arrastrando un problema con la vivienda residencial que se ha transformado en estructural y crónico. La burbuja del alquiler creada gracias a la presión que ejercía el alquiler vacacional y la falta de vivienda pública empujó a muchas personas jóvenes a pagar auténticas barbaridades por una habitación y un baño compartido.
Las respuestas llegaron mucho más rápido de lo esperado. Apenas hace una semana finalizaba mi columna de opinión que entretejía la realidad actual por el nuevo coronavirus con episodios de Cien Años de Soledad mencionando la oportunidad excepcional que teníamos seguidores y no seguidores de la creación literaria de García Márquez de ver por fin en la tele la gran historia del Nobel colombiano gracias al acuerdo alcanzado entre su familia y la plataforma Netflix.
Todos los espacios culturales de la isla, teatros, museos, salas de exposiciones, cines y otros escenarios, hemos bajado el telón y entre bambalinas nos hemos quedado todas las personas que trabajamos en el sector.
Es muy antiguo el dicho que se pronuncia cuando la realidad aprieta o cuando en alguna situación se mantiene el sufrimiento, la pena, la pérdida o la decepción: "Cuando se cierra una puerta, otra más grande se nos abre".
La crisis de la Covid-19 ha afectado todas las profesiones de una manera o de otra, incluidas las más esenciales. Aunque se intente que el impacto sea el mínimo y que las cosas sigan su curso en la medida de lo posible, no podemos ignorar el hecho de que hay algo que es diferente, y que es lo suficientemente grande como para cambiarlo todo. En el sector educativo, el único camino posible para la educación a distancia ha sido el dar clases a través de una pantalla, estando cada individuo que forma parte de la clase en su domicilio, mientras se desarrolla la enseñanza. Debido a la gravedad de la situación, no es momento para quejas, sino para dar lo mejor de nosotros mismos como dice Julio Anguita “para apretarse el cinturón”. ¿Sin embargo, debe la teleducación considerarse como un progreso positivo en el mundo docente? Mi respuesta es clara y rotunda: no.
Sábado, 25 de abril de 2020. Son las seis de la mañana. Entramos en el cuadragésimo segundo día de confinamiento. Ya se ve la luz al final del túnel. Se habla más de desescalada y desconfinamiento que de lo contrario, o de la Covid19 y el coronavirus que la provoca.
El 19 de marzo de 1975 estaba yo en Gran Canaria, en la Universidad Laboral de Las Palmas estudiando COU, en régimen de interno. Estando allí me carteaba, además de con mis padres, con mi hermana Rosario y con Margot. Ambas jugaban en el equipo de balonmano que había dejado hecho, con niñas de mi barrio, Titerroy, desde el curso anterior 1973/74.